El maravilloso viaje del Señor Nic-Nac

“El maravilloso viaje del Señor Nic-Nac”
Por Facundo Gari

He aquí el punto de partida de una historia contrafáctica: ¿cómo hubiera sido la Argentina si en lugar de escribir Leopoldo Lugones El payador, en torno a El gaucho Martín Fierro, hubiese redactado algo así como El peregrino espacial, en base a Viaje maravilloso del Señor Nic-Nac al planeta Marte, de Eduardo Ladislao Holmberg? No menos liberal, es de suponer, dado el fanatismo del escritor por Darwin y su cercanía literal y figurativa a Domingo Faustino Sarmiento. Pero, probablemente, los turistas se llevarían de Buenos Aires estatuillas de un bigotudo con pilcha de miliciano y casco de astronauta. Probablemente, la música electrónica hubiese nacido por estos pagos y sería lo que es el folklore al festival de Cosquín. Probablemente, Neil Armstrong hubiera nacido en un famoso valle sanjuanino. Pero más allá del ejercicio de imaginación, es pertinente la reflexión acerca de por qué la que acaso sea la primera novela de ciencia ficción —no sólo de este país sino de la literatura universal— y también la primera en la que el protagonista viaja al planeta rojo es menos popular que el “máximo poema argentino” y que Volver al futuro.
La comparación con el Martín Fierro es inevitable por su contemporaneidad: la obra costumbrista de José Hernández fue publicada en 1872, apenas tres años antes de que Holmberg lanzara su moderno folletín interplanetario. El segundo paragón, con la saga protagonizada por Michael J. Fox, pretende ilustrar la dependencia cultural: “ciencia ficción” es casi sinónimo de alguna historia gringa. Esta observación habría sido una de las justificaciones de un profesor de teoría literaria de la UBA cuando, hace diez años, le prestó a Leonardo Kuntscher, fanático de Blade Runner, una fotocopia de Viaje maravilloso…, de una edición previa a la que ahora se puede conseguir en las librerías, la que realizó en 2007 la Biblioteca Nacional. Al ahora filósofo, las aventuras de este héroe con nombre de galletita de antaño, que viaja a Marte para evitar una grandilocuente conspiración, le impactaron al punto de soñarlas en formato cinematográfico. Armó un guión y consiguió un director, pero… ¿Los “peros” de cuántos sueños no son la falta de dinero? El manuscrito fue a parar a un cajón, hasta que a Kuntscher la pasión le tiró una idea: usar lo escrito para una novela gráfica. Contactó al dibujante y arquitecto Santiago Miret mediante un aviso clasificado y ambos publicaron el año pasado el primer volumen de El maravilloso viaje del Señor Nic-Nac (Anexia), cuyo segundo tomo es de aparición reciente.

El resultado es notable. En principio, por el laburo de expansión y enriquecimiento del universo de Holmberg —a veces en uso de otros de sus relatos y otras por capricho creativo, como que la historia transcurra en 1880—, recurso “tapa baches” y que compacta una narrativa creada por un tipo que escribía porque le gustaba pero que le ponía muchas más fichas a su labor científica (es referente de biología patagónica y aracnología, y fue el primer director del Zoo de Buenos Aires). En segundo lugar, por la conveniente casualidad de que Miret sea con más frecuencia un realizador de viñetas de policial negro: los climas que genera en negros y blancos le aportan suspenso a la trama (por ejemplo, los edificios históricos de Buenos Aires tienen un dejo gótico que los hace aún más magnéticos que lo que se los ve a la luz del día). Este aspecto es cohesivo de la obra en general, en tanto Holmberg era un empecinado lector de Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle. En tercer lugar, por la alta calidad de la impresión. Frente al recurrente escollo de la publicación, Kuntscher fundó su propia editorial, Anexia, que cuenta con la mano de su hermano Federico en la hierática diagramación. Y en cuarto lugar, y en relativísimo orden, por el mismo talento de Holmberg, autor fundamental y fundacional del relato fantástico, alquimista en su pluma de fenómenos físicos y místicos, el “eslabón perdido” —como lo llama el escritor Pablo Crash Solomonoff— entre el romanticismo vernáculo y Julio Cortázar.

diciembre de 2013.



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http://revistatonica.com/2012/08/20/holmberg-en-blanco-y-negro/
AGOSTO 20, 2012 • 2

Holmberg en blanco y negro

Entrevista a Leonardo Kuntscher
Por Mariano Bello // marianoandresbe@gmail.com

El maravilloso viaje del señor Nic-Nac no es sólo una novela gráfica, es la adaptación de una novela de Eduardo Holmberg, escritor argentino del siglo XIX que fuera pionero en diversos géneros. Revista Tónica entrevistó a Leonardo Kuntscher, quien llevó a cabo junto al dibujante Santiago Miret la adaptación de la novela, y lanzó con este primer volumen la editorial Anexia, orientada a las publicaciones de ese tipo.

¿Cómo llega hasta vos la obra de Holmberg?

A través de Oscar Blanco, de la cátedra de Teoría Literaria II de la UBA. Le conté que me gustaba la ciencia ficción y me preguntó si conocía a Holmberg. Yo no sabía ni quién era. Él me prestó la novela fotocopiada, la había conseguido antes de que se reeditara. Yo había visto una película, creo que Yo, robot, y dije “con menos de la mitad de la plata puedo hacer algo más interesante, ¿por qué no hacemos una película de la primera novela de ciencia ficción argentina?”. Entonces empecé a hacer un guión sin saber muy bien adónde iba. Me contacté con un director de cine que había ganado el Martín Fierro en publicidad. Él quería hacer un largo y yo llevé mi idea, un primer boceto. Hice un curso de guión también, y me bajé los guiones de las películas que me gustaban, como Blade Runner o alguna otra. Tomé un par de clases y me junté con este director a ver qué era realmente lo importante. Primero prioricé mucho a los diálogos y me ceñí mucho a la novela.

¿La novela te presentó algún problema a la  hora de la adaptación?

La novela no tiene final, y los personajes son algo confusos. Lo único que sabés bien es que se va al planeta Marte y que hay una sociedad allá que es como un reflejo de Buenos Aires y por eso se recuperó la novela. Pero eso no me interesaba tanto. Me interesaba más traer eso pero para ahora, para el siglo XXI, qué podría decirnos esa novela, o qué se mantiene de ese momento. No tanto esa época, que es un reflejo de la Generación del ’80, hay manifestaciones de las nuevas minorías que empezaban a surgir en la ciudad. Además fue escrita después de la revolución de Mitre, que fue en el ’74. Salía por entregas y el ritmo iba cambiando, iba por temas, entonces no es una novela que vos leés de corrido. Y el final es un incendio donde se destruye todo y queda ahí.

¿Tuviste que agregarle cosas a lo que ya te brindaba la novela?

El problema era que eso, al pasarlo a cine, no tenía “motivación”. Terminé poniendo al doctor Uriarte y a la conspiración, que aparecen en el primer capítulo. Yo pensé una conspiración en la Tierra, y lo llevé a 1880 que es cuando Buenos Aires se transforma en la capital, que es como el punto cero de la Nación institucionalmente. Todavía seguía esa rivalidad entre Buenos Aires y la Confederación. Lo transporté ahí porque tenía mucha más información de fotos y de cómo se vestía la gente, del ’75 no encontraba nada. Y lo de 1880 fue una conspiración de Tejedor, el gobernador, que se rebeló cuando Roca ganó las elecciones. Con Roca iba a empezar todo lo que conocemos. Entonces se va a preparar para que la Argentina sea la Argentina pero al mismo tiempo está la conspiración de este doctor, que tiene que ver con por qué la gente no descubrió vida en Marte. Nic-Nac se escapa de esa conspiración y puede viajar.

El centro de la novela es el viaje a Marte del protagonista.

Hay un dato curioso que es que no tiene que ver con la tecnología. La ciencia ficción sabemos que no tiene que ver con la tecnología sino con las ideas innovadoras, poniendo el foco en consecuencias lógicas, o científicas, o no solamente científicas sino especulativas. Hay una novela de Burroughs, el de Tarzán, que ahora hicieron la película que se llama John Carter, y el tipo viaja con la mente. Bueno, acá lo mismo pero antes, y catorce años antes de la primera novela de ciencia ficción argentina. El primer viaje a Marte de la historia además. Que además Holmberg hizo el primer policial negro de Latinoamérica, y el primer policial del mundo donde el asesino es una mujer. Y agarraba Verne, Wells, Flammarion, Hoffmann.

¿Cómo fue el proceso hasta llegar al guión?

Tuve que rellenar partiendo de la obra de Holmberg, en la cual me metí cada vez más, los espacios vacíos. En ese momento hicimos en la UBA un curso de verano de Ciencia Ficción y Mitología, donde había gente de distintas carreras, y finalmente quedamos los de Letras en un grupo que se llamó Anexia por una ciudad de Burroughs, del otro Burroughs. Con este grupo nos juntábamos a ver películas de ciencia ficción y se me había ocurrido hacer una revista pero lo que hice fue esperar a tener esto más cocinado y busqué un dibujante con el que trabajé. Esto fue en 2007 más o menos. El curso fue en el 2005, yo lo conocí a Oscar en el 2003, 2004. Y del 2007 al 2010 con Santiago estuvimos trabajando, nos juntábamos todos los domingos a hacer la historieta, porque dije “este guión hay que llevarlo a cabo”. El director ya se había ido, la película iba a salir cuatro millones de pesos e iba a durar cuatro horas más o menos y tenía cosas interesantes. En el transcurso lo cambié siete veces, era mucho más enclenque. Hice una segunda parte que rompí e incorporé después a la primera. Al final quedó esto que son veinticuatro capítulos, dos volúmenes de doce cada uno, con ocho páginas por capítulo. Esta es toda la historia de cómo llegué hasta ahí más o menos, le falta algún pedazo.

La novela gráfica se completa en un segundo volumen, que es además el segundo título programado por la editorial Anexia. Kuntscher se muestra decepcionado del ambiente local que le tocó conocer en su incursión en el mundo de la historieta, que en su opinión no valora el trabajo del guionista y envanece a algunos dibujantes. El saldo de esa experiencia es, sin embargo, positivo: esto lo llevó tanto a conocer a Santiago Miret, con quien logró dar forma al proyecto, como a lanzar la editorial especializada.

¿Qué devoluciones fueron teniendo del público lector?

Hicimos la presentación y vino gente a felicitarnos, por el dibujo sobre todo, especialistas, los profesores de Santiago sobre todo. Porque él ya trabaja, una vez por semana saca una tira que se llama El Cholo, publicó varias cosas, trabajó en la Comiqueando y demás. Como hobby casi, porque él es arquitecto, se recibió el año pasado, y dibuja muy bien, sobre todo la perspectiva. Me di cuenta de varias cosas. Lo que escuchaba de la gente era: esto es raro a nivel dibujo, muy detallista. Nada está de más: aparece una espada en el capítulo uno, esa espada después la va a usar. Yo lo agarraba a Santiago y le decía “esto tiene que ser así porque después el sombrero lo va a usar para tal cosa”, y el no entendía nada hasta que lo vio terminado. Lo que pasa es que yo tengo todas esas máximas de neurótico de haber estudiado Letras y Filosofía, que es un juntadero de neuróticos, digamos la verdad. (Risas) Y funcionó para Santiago, que era lo que más me importaba, y funcionó para la gente que lo compró y lo leyó.

Más allá del dibujo, ¿alguna devolución sobre lo que se cuenta?

Hubo gente que me dijo “esto no es normal que esté en una historieta”. Me llamó mucho la atención, porque es un medio. Es como decir “esto es muy raro que esté en una novela”, y yo qué sé, no hay reglas para los contenidos de una novela. Yo pensé que se podía pasar tranquilamente de una historieta a una película, de una película a una novela. La gente tiene más prejuicios.

¿Qué experiencia tenés ahora del ambiente local de la historieta?

Estoy muy enojado con el ambiente. Es muy difícil encontrar tipos como Santiago, que no me cobró nada hasta que tuve plata, y que estudió Arquitectura y tiene muy bien la perspectiva, que es muy importante. También hay otra cosa que es saber acomodar el caché a la persona con la que estás trabajando. Porque si yo te digo “yo te pago” y soy de una editorial que recién empieza y vos me mirás de arriba… Tenés que evaluar, es un proyecto que va a salir editado, no es que te pago para ver qué onda, no te voy a dejar en banda. Y eso no lo valoran.

¿Cuánto de la novela de Holmberg está en este primer volumen?

Hay muchas cosas en Nic-Nac que no se entienden, que quedaron colgadas. Este primer volumen es lo más parecido a la novela, cierra casi la novela. Falta un cachito más para que agarre el segundo tomo que es la Capital en Marte, que representa la Capital Federal. Hasta ahí llega la novela y no lo resuelve. La mitad del segundo tomo es ya empezar a resolver los problemas y los resolvemos a la usanza del siglo XXI, digamos. Y eso estuvo buenísimo, ya le da un valor, haber cerrado ahora los temas que quedaron abiertos del siglo XIX. Y además, hay un mensaje más, de quedarse en su planeta y pensar que todo el universo es como su planeta, o que Europa es nuestra capital y se acabó. Holmberg tenía toda una crítica a lo europeizante, tenía una idea nacional de ir a hacer excursiones y descubrir la naturaleza del país.

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