lunes, 28 de agosto de 2017

Sobre Holden Caulfield*

. Sobre Holden Caulfield*


*el protagonista principal de El guardián entre el centeno la novena de Jerome D. Salinger.


http://filosofeandonos.blogspot.com.ar/2014/02/analisis-de-la-personalidad-de-holden.html

Análisis de la personalidad de Holden Caulfield, personaje principal de "El guardian entre el centeno"


Holden Caulfield es el personaje principal de la novela de “El guardián entre el centeno”, por J.D. Salinger. La historia se desarrolla a mediados del siglo XX, en Estados Unidos, por lo que Holden, que es un adolescente de 16 años, se ve influido por la sociedad de esa época. El libro está narrado en primera persona, gracias a lo cual no sólo sabemos los hechos acontecidos, sino que además podemos conocer todo lo que piensa en cada situación. Desde el primer momento uno puede darse cuenta de que es una persona con  un carácter “difícil”, pero vamos a analizar su personalidad con  más atención.

Para empezar, uno de los rasgos más característicos de Holden es su criticidad, que, combinada con la ironía, son la base de las observaciones del personaje a lo largo de todo el libro. Ya en el primer capítulo empieza diciendo: “Pencey es un colegio que hay en Agerstown Pensilvania, habrán oído hablar de él. Se anuncia en miles de revistas siempre con un tío de muy buena facha montado en un caballo y saltando una valla. Como si en Pencey no se hiciera otra cosa que jugar todo el santo día al polo. Por mi parte, en todo el tiempo que estuve allí no vi un caballo ni por casualidad”. En esa época era habitual que las familias acomodadas mandaran a sus hijos a internados de fama reconocida y aquí se puede observar claramente lo que Holden opinaba acerca de esto: que era una hipocresía. Las familias se gastaban el dinero en colegios que eran igual de malos que los más baratos. Además, juzga continuamente a todos los estudiantes, a los profesores y  a todo Pencey en general. En mi opinión, éste es uno de los mayores defectos de Holden: que critica y odia a todo el mundo. Para él todos son unos falsos y unos hipócritas, y los trata como tal, sin embargo, espera que a él lo traten de forma distinta. Holden cree ser una de las pocas personas (por no decir la única) decentes en el mundo, y cuando no recibe lo que espera de los demás se decepciona. ¿Cuál es el resultado? La soledad. Holden es una persona solitaria, aunque muchas veces intenta acercarse a la gente, como cuando invita a Ackley al cine, le hace los deberes a Stradlater o cuando invita a una copa a las tres chicas del hotel; pero debido a su personalidad siempre lo estropea. Holden es tan falso como en su opinión son todas las demás personas. Un claro ejemplo de esto es cuando llama a Sally para quedar, y mientras están hablando sus pensamientos son: “¡Qué falsa la tía!” y “Encantadora. Si hay una palabra que odio es ésa. Suena de lo más hipócrita. Se me pasó por la cabeza decirle que se olvidara del asunto, pero seguimos hablando un poco.” Una persona sensata no invita a alguien que le cae mal a pasar el rato con él. Aquí se demuestra la falsedad de Holden. Por eso, no tiene amigos y, aunque ha tenido alguna relación con alguna que otra chica a lo largo del libro éstas no se desarrollan muy bien.

Y hablando de este tema, también podemos analizar la sexualidad de Holden. Cuando se encuentra en el hotel, mira por el balcón y ve a un hombre y una mujer echándose agua u otro líquido a la cara el uno al otro, y también a un hombre en calzoncillos poniéndose ropa de mujer. Los llama “pervertidos” y “maníacos sexuales”, y justo después comienza a reflexionar sobre el tema del sexo y del amor. Holden opina que si una chica no te gusta de verdad, no merece la pena hacer nada con ella, pero si te gusta, tener relaciones sexuales sería como convertirla en un objeto, ya que para Holden el sexo es algo degradante. Por eso, aunque no lo diga explícitamente, se satisface con chicas que no le importan, o incluso que le desagradan: “Me pasé horas enteras besando y metiendo mano a una cursi horrorosa que se llamaba Anne Louise Sherman.”

En el fondo, Holden sigue siendo un crío de 16 años que intenta comportarse como un adulto e integrarse en su mundo, sin darse cuenta de que es un mundo difícil y que probablemente no esté preparado. Por ejemplo, fuma constantemente, incluso en lugares donde no está permitido fumar (como el colegio). En el siglo XX y hasta hace poco, fumar estaba considerado como algo propio de adultos, algo que había que hacer para que te consideraran alguien, y Holden lo intenta desesperadamente. Además, cuando se escapa del colegio y pasa la noche en el hotel, pide en varias ocasiones que le sirvan alcohol, algo también propio de adultos. A pesar de sus intentos, su inocencia y su inmadurez siguen estando ahí, y por eso, muchas veces la gente se aprovecha de él. Por ejemplo, cuando llega al hotel y decide contratar a una prostituta. No tiene relaciones sexuales con ella pero Holden dice que le pagará de todas formas, aunque el precio que le dice la chica es mayor del que había acordado con el ascensorista. Maurice, el ascensorista, llega a la habitación para que Holden les pague, y ya incluso después de tener el dinero, le pega un puñetazo.
Otros rasgos característicos de Holden son su indecisión y su impulsividad, que por ser términos con un significado completamente contrario, dejan patente su bipolaridad. Muchas veces toma decisiones sin pensar, siguiendo su instinto y haciendo lo que más le apetece en cada momento. Pero, ¿qué ocurre?, que al poco rato se cansa y se da cuenta de que ha sido una mala decisión. Hay una gran lista de ejemplos de impulsividad a lo largo del libro, como ya dicho anteriormente, cuando llama a Sally para quedar y justo después de colgar se arrepiente y ya no le apetece nada; o cuando va en el taxi y de repente le dice al taxista que le lleve a la discoteca donde toca el famoso Ernie y critica a todas las personas que aplauden, porque en su opinión Ernie tocaba fatal y todos eran unos hipócritas.

Encontramos un claro ejemplo de la indecisión de Holden  cuando llega a la ciudad después de escaparse del colegio, y se mete en una cabina de teléfono porque le apetece llamar a alguien. Sin embargo, pasa veinte minutos allí metido intentando decidir a quién llamar, y al final no llama a nadie.

Holden sufre un grave trastorno de la personalidad: puede pasar de un estado de ánimo al contrario en cuestión de segundos, pero en definitiva, es una persona que no es capaz de encontrar su lugar en el mundo. Su visión pesimista de la sociedad y del mundo en general le hacen pensar que todo es negativo, que no hay nada bueno en este mundo (exceptuando quizás a su hermana Phoebe). Uno de los momentos clave del libro es cuando Holden va a casa de su exprofesor, el señor Antolini, y éste le da una charla. Le dice exactamente eso, que todavía no ha encontrado su lugar en el mundo, y que lo único que está haciendo es buscar en el entorno algo que éste no le puede proporcionar.

Pero, ¿por qué Holden es así? Si intentamos buscar una causa para su actitud frente al mundo, lo primero en que pensamos es en la muerte de su hermano Allie, a quién recuerda constantemente a lo largo del libro. Para Holden, Allie era el chico perfecto y digno de admiración: amable, apuesto, sincero, buen estudiante… Pero la leucemia se lo llevó con sólo 11 años, y Holden relata que la noche en que murió rompió todos los cristales del garaje, de la tristeza e impotencia que sentía, y que además tuvo que ser hospitalizado por culpa de los cortes. Sin duda el objeto de más valor personal, y el que más aprecia Holden, es el guante de béisbol que le dejó su hermano, lleno de poemas escritos de su puño y letra.

Después de su muerte, Holden “santifica” a Allie, hace de él su protección para los peores momentos, ya que cuando lo está pasando mal, le da por pensar en él. Muchas veces Holden piensa en acabar son su vida, ya que no le parece que merezca la pena, pero Allie es lo que le hace echarse atrás, ya que se da cuenta de que después de todo lo que sufrió su familia por su hermano, si él muriese les causaría tanto o más dolor.

Al final del libro, a pesar de todos los esfuerzos por irse de Nueva York y hacerse independiente, Holden decide quedarse, principalmente debido a Phoebe. No da muchos detalles de lo que le pasó después, no podremos saber si cambió su forma de ser o siguió siendo así toda la vida, pero eso sí, a pesar de todo el odio que sentía hacia la gente, algunas de sus últimas frases son: “De lo que estoy seguro es de que echo de menos en cierto modo a todas las personas de las que les he hablado, incluso a Stradlater y a Ackley, por ejemplo. Creo que hasta al cerdo de Maurice le extraño un poco. Tiene gracia.”

REDACTADO POR: Alb. V.

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https://rbkesther.wordpress.com/2016/06/26/el-guardian-entre-el-centeno/


El adolescente y su psicología. El guardián entre el centeno.

publicado en Psicología por rbkesther
“Lo que distingue al hombre inmaduro es que aspira a morir noblemente por una causa, mientras que el hombre maduro aspira a vivir humildemente por ella” (El Guardián entre el Centeno. Salinger, 2006)

Querido Psicolector.

Cuando tengo muchos libros por leer y no sé por cuál empezar, dejo que el azar tome la decisión de qué lectura es la próxima; esta vez pasó así, y revolviendo el recipiente que contiene todos los nombres de los libros que quiero leer (sea o no por primera vez), salió el nombre de “El guardián entre el centeno” por J.D Salinger. Debo decir que no me entusiasmó mucho la idea porque recordaba que la primera vez que lo leí no lo disfruté mucho. Y tú dirás “¿entonces, por qué querías leerlo de nuevo?” Pues la verdad no me acordaba de absolutamente nada y recordaba que fue un libro polémico (porque cuando salió a la venta lo prohibieron en E.U.A. y además porque está relacionado con varios homicidios como el de John Lennon, por ejemplo) y quería saber si ahora con otros ojos, podía apreciar más su lectura.

Así que sin más, comencé a leerlo y esta es mi percepción.

La trama de la historia es aparentemente de lo más simple, trata de todo y de nada a la vez (sí, lo sé muy filosófico el asunto). El protagonista de la historia es Holden Caulfield, un joven de 17 años adinerado y que asiste a uno de los colegios más prestigiosos de Estados Unidos. Resulta que Holden es expulsado de su escuela por sus bajas notas y tiene que regresar a casa. Por diversas circunstancias decide escapar antes de tiempo de la escuela y como no quiere llegar antes de lo dicho a casa pasa tres días ambulando por diversos lugares de Nueva York.

Y de esto va el libro, de la narración de sus vivencias en estos tres días. Sin embargo, la historia se torna más compleja pues la novela no es una mera descripción de lo que Holden ve, sino que también podemos adentrarnos a sus pensamientos y emociones, a sus recuerdos de hace una semana o hace 6 años… algo así como lo que en psicoanálisis llamaríamos la asociación libre.

Holden Caufield. Protagonista de El guardián entre el Centeno (foto)

En “El guardián entre el centeno” es como si Salinger quisiera decirnos “esto es lo que pasa con un adolescente, por esto esta etapa es dolorosa, solitaria y deprimente”. En esta narración se puede ilustrar de manera clara y precisa el conflicto principal que representa la adolescencia: dejar morir el mundo infantil para dar paso y enfrentarse al de los adultos. Sin embargo esto representa para Holden un gran dolor psíquico, tanto así que critica una y otra vez a los adultos y los acusa de ser falsos y pretenciosos, a la vez que añora e idealiza a los niños deseando que éstos no crecieran ni perdieran su inocencia.

Este conflicto psicológico se ve representado por su sensación constante de aislamiento y de incomprensión. Holden representa a ese adolescente estereotipado: critica a sus compañeros, a sus maestros, a toda aquella persona que se encuentra en su camino, a excepción de sus dos hermanos Allie (ya fallecido) y Phoebe que vienen a representar aquella infancia que añora y ve perdida.

Holden Caufield y Phoebe, su hermana. (foto)

La pérdida de su propia niñez se menciona una y otra vez en el libro. Creo que el dolor que hay en Holden por el fallecimiento de su hermano también representa el duelo que está experimentando por la pérdida de su niñez. De hecho, menciona: “no sé por qué hay que dejar de querer a una persona sólo porque se ha muerto. Sobre todo si era cien veces mejor que los que siguen viviendo”. Parece que habla no sólo de Allie si no también de él; el niño era mejor en muchos sentidos: era inocente, inteligente, aplicado, sólo vivía para sus padres y la escuela, disfrutaba de jugar, de las pequeñas cosas de la vida en general; en cambio crecer implica dolor, experiencias atemorizantes, enfrentarse con los otros y con uno mismo, con su cuerpo y su metamorfosis, con sus deseos y fantasías.

Lo anterior puede ser la raíz de la actitud que tiene el Holden: un ser enojado e iracundo, que cae mal (incluso a mi como lectora me cayó bastante mal, las dos veces que leí el libro). En realidad toda esta furia y las ganas de pelearse con todos parece surgir del miedo por ver a la infancia morir y por un futuro inseguro del que no se sabe qué esperar y que además, es odiado.

El adolescente Holden Caufield. (foto)

Prueba de lo anterior es cuando se encuentra en el Museo de Historia y guía a unos niños dentro de éste, se da cuenta que dicho recinto se ha quedado exactamente igual desde que él iba a visitarlo cuando cursaba la primaria. A partir de esto parece haber en él una nostalgia por lo pasado y una molestia hacia lo diferente y desconocido, mencionando que le gusta ese lugar (el museo) porque ahí nada cambia mientras él por el contrario, se encuentra cambiando corporal y mentalmente para transformarse en ese adulto que tanto critica.

Otra de las escenas que expresa una añoranza por la infancia es la historia detrás del título del libro: “Bueno, pues muchas veces me imagino que hay un montón de críos jugando a algo en un campo de centeno y todo eso. Son miles de críos y no hay nadie cerca, quiero decir que no hay nadie mayor, sólo yo. Estoy de pie y al borde de un precipicio de locos. Y lo que tengo que hacer es agarrar a todo el que se acerque al precipicio, quiero decir que si van corriendo sin mirar adónde van, yo tengo que salir de donde esté y agarrarlos. Eso es lo que haría todo el tiempo. Sería el guardián entre el centeno y todo eso”. Es así como se observa que la tentación nostálgica del retorno a lo infantil está siempre acechando.

El guardián entre el centeno. Protegiendo a los niños de caer al precipicio de la adultez. (foto)

Esta dificultad de separarse de la infancia forma parte de un segundo tiempo del acaecer psíquico, de la sexualidad humana. Es el fragmento de un tiempo donde se exige producir nuevas significaciones y añadir interpretación a lo vivido, donde la sexualidad se vuelve de carácter genital. Es un momento que supone la realización del duelo por el abandono de los objetos infantiles y las relaciones familiares. Lo anterior conlleva a una frecuente confrontación y rebeldía ante dichas figuras que representan la autoridad.

La sexualidad infantil también sufre una metamorfosis: hay un primado de lo genital que surge a partir de la revelación de sensaciones corporales extrañas. En el caso de Holden sucede una escena con una prostituta a la cual contrata bajo condiciones confusas. A través de este episodio se puede mostrar la dificultad que representa dejar atrás lo infantil y dejarse seducir por un cuerpo genital. La negación por dejar la niñez es uno de los factores que contribuye al fracaso del encuentro sexual: “De pronto empecé a notar una sensación rara. Iba todo demasiado rápido. Supongo que cuando una mujer se pone de pie y empieza a desnudarse, uno tiene que sentirse de golpe de lo más cachondo. Pues yo no, lo que sentí fue una depresión horrible”.

A partir de este acontecimiento Holden sufre una especie de alucinación: el padrote le había pegado un tiro y el hacía como que una bala le atravesaba el estómago, bajaría chorreado de sangre por el elevador y mataría a quien le hubiera disparado. Esto podría interpretarse bajo la teoría de Gutton (1993) sobre la psicosis pubertaria: el cuerpo genital seduce al infantil; sin embargo para defenderse de esa seducción el infantil (Holden) mataría al genital (Maurice) a manera, claro está, de alucinación (síntoma específico de la psicosis pubertaria).

Encontramos la crisis de autoridad ante la cual el adolescente se enfrenta mediante cuestionamientos y derrocamiento de las figuras parentales; la crisis de identidad en donde el joven se cuestiona a sí mismo, se pregunta quién es y quién no es y comienza a tomar decisiones que lo definan; y la crisis sexual en donde lo genital se hace presente, donde existe una reedición del complejo edípico y donde ahora se corre el peligro de elegir a la madre como objeto de amor sin temor a la castración.

La novela retrata el conflicto principal del adolescente: el paso de la niñez a la adultez, el enorme esfuerzo que representa para la persona enfrentarse a este cambio, el cambio de la sexualidad infantil a la genitalidad, y la renuncia a la omnipotencia infantil.

Así es, a pesar de haber sido publicado en los años 50’s, esta novela retrata con excelencia al adolescente dando cuenta que en sí, la crisis de la adolescencia siempre será la misma pero se presentará, simbolizará y manifestará de formas diferentes.

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https://www.shmoop.com/el-guardian-entre-el-centeno/holden-caulfield.html

Holden y el resto del mundo


Holden es el crítico irónico que a todos les gusta. También tiene un problemita: está completamente solo y lo sabe. Nosotros, por ejemplo, dejamos de contar en la número 22, las veces en que admitía sentirse solo. El conflicto aquí es que critica y odia a todo el mundo, pero al mismo tiempo quiere que lo acompañen para tomar y hablar por las noches. Parece estar atrapado eternamente en esta espiral: criticando a una persona, que hace un intento a medias para acercarse, y luego decepcionarse cuando esa persona no está allí para apoyarle, hablarle o tratar de entenderle.

A menudo, Holden ni siquiera hace lo que tiene o quiere hacer. Su pasividad e indecisión lo traicionan en momentos clave. Lo primero que hace cuando se baja del tren en la ciudad de Nueva York es ir a una cabina telefónica. Sabe que quiere llamar a alguien, pero elimina todas sus opciones: D.B. está en Hollywood, Phoebe está durmiendo, no quiere llamar a la mamá de Jane, le da miedo que la mamá de Sally atienda el teléfono y no le gusta Carl Luce. Holden sale de la cabina después de veinte minutos sin haber llamado a nadie. Esta es la historia de su vida. O al menos la historia de El guardián entre el centeno.

Cuando Holden termina relacionándose con las personas, generalmente le va mal. Invita a Ackley al cine, pero Ackley no lo invitará a dormir en la cama de su compañera de cuarto; le hace la tarea a Stradlater, y a cambio éste le grita (y se lleva un golpe en la nariz, pero técnicamente, eso fue por razones diferentes). De hecho tiene que escribir ese ensayo en una vieja máquina de escribir porque prestó la de él. También presta su chaqueta aunque sabe que se va a estirar en los hombros; se queda atrapado con la cuenta de las “imbéciles” bebidas de las chicas en el Salón Lavanda del hotel; le paga a Sunny aunque no haya tenido sexo con ella, y termina siendo engañado por cinco dólares más (y para más señas, le dan un buen golpe en el estómago, aunque técnicamente esto también fue por otras razones).

A pesar de todo, Holden nunca se hace la víctima. No parece darse cuenta de que todos toman ventaja de él, constantemente; es parte de su juventud y su inocencia. Sin importar sus críticas al exterior, Holden siempre quiere agradar y hacer amigos.

Holden y los falsos
Okey, pero ¿Holden puede emocionarse por conocer gente cuando considera que todos, incluyendo a sus madres (literalmente, se relaciona con varias madres en la historia) son unos falsos? En su mente, todos son unos oportunistas, unos trepadores, obsesionados con las apariencias, vagos o aduladores. Holden encuentra cualquier característica de un adulto normal como algo falso. No quiere crecer y encontrar un trabajo, ni jugar al golf, ni beber martinis, ni ir a la oficina. Y ciertamente no quiere nada que tenga que ver con los "bastardos" que lo hacen. Aunque, en realidad, lo termina haciendo. Entonces ¿Qué es lo que pasa?

Básicamente, si Holden dice que todos son unos falsos, se debería sentir mejor cuando es rechazado. No es su culpa que las tres chicas en el Salón Lavanda no estuvieran terriblemente interesadas en darle lo que pretendía, simplemente eran unas falsas que no podían mantener una conversación. No puede sentirse mal si Ackley no quiere que él se quede para hablar; Ackley es un imbécil con granos. Si Stadlater no quiere salir con él, es porque él mismo es un idiota. Preferimos no utilizar los trillados y viejos términos como "mecanismo de defensa", pero en este caso nos vemos tentados.

¿Holden está loco o no?
Una forma de entender la anormalidad de Holden es mirar los eventos traumáticos de su niñez, y más aún, la muerte de su hermano Allie. La confesión que hace Holden de haber roto todas las ventanas la noche en que murió Allie es importante; nos dice inmediatamente que la muerte de su hermano ha dejado un gran impacto en su vida. El hecho de que Allie salga una y otra vez durante toda la narración lo confirma. Igualmente, la muerte de James Castle parece ser significante, ya que fue la segunda vez que Holden tuvo un encuentro personal cercano con la muerte.

Por estos eventos, Holden está plagado de pensamientos acerca de la mortalidad. La mitad de los símbolos que discutimos en la sección de Símbolos, imaginería y alegorías tiene que ver con la muerte.

La forma en que Holden enfrenta su propia mortalidad es interesante. Por momentos es autodestructivo y casi parece que quiere morir. Después de todo, habla acerca del suicidio después del incidente con Maurice y Sunny (la prostituta) y dice que sería voluntario a sentarse en la próxima bomba atómica. Otras veces, parece aterrado con la idea de su propia muerte, como cuando le reza a Allie mientras cruza la calle pidiéndole que no deje que desaparezca. Rara vez es indiferente y objetivo con la idea, pero ocurre, como la vez en la que se sienta en el helado parque después de buscar los patos y preguntarse qué pensaría su familia si le diera neumonía y muriera. Esos mórbidos pensamientos nos dibujan la forma en que Holden ve al mundo, y adivinamos que son, al menos parcialmente, responsables de su cinismo.

Holden y la sexualidad
¡Por supuesto! No es posible hablar de Holden Caufield sin tocar el tema sexual. Nos gustaría comenzar con la digresión súper reveladora en el capítulo nueve. La digresión es estimulada por las escenas de Holden viendo por la ventana de su hotel en las otras habitaciones, donde ve a un "hombre al parecer distinguido" brincando con ropa de mujer, y una pareja lanzándose chorros de whisky o algo en la boca del otro. Holden dice que el hotel está "lleno de pervertidos" y comienza con sus pensamientos acerca del sexo y los pervertidos en general. Su problema, admite, es que si realmente te gusta una chica, no querrías hacer "cosas cochinas" con ella.

Al parecer Holden ve el sexo como algo completamente degradante, no importa cómo se haga. Si le importa una chica, como Jane, por ejemplo, no podría tener relaciones sexuales con ella porque eso la volvería un objeto. Eso significa que Holden tiene que satisfacer su sexualidad con mujeres que no le importan, o simplemente no satisfacer esa necesidad.

El segundo problema de Holden, según dice, es que cuando está atacando a una chica y le sugiere que se detenga, él de hecho se detiene. Otros tipos, simplemente siguen, pero Holden no. Como lo vemos en el "Análisis del Personaje" de Stradlater, Holden no está hablando de violación. Hay que tener en cuenta que en 1951 los niveles de sensibilidad eran muy distintos. Recuerda el argumento de Holden acerca de que el sexo era, de alguna forma degradante; él no podía encontrar el balance entre respetar una mujer y tomar el control sexual de una situación donde –quizá— la mujer quiera estar con él.

Y siguiendo a otro tema sensible, tenemos que cubrir el problema del abuso sexual con respecto a Holden y Jane. Matizamos con detalles argumentativos en el "Análisis del Personaje" del Sr. Antolini y también en el de Jane, pero ¿qué significa todo eso para Holden? ¿Experimentó o no una movida por parte de su anterior profesor o no? ¿Realmente le pasaron cosas "pervertidas" "como 20 veces desde que fue un niño"? Y Jane ¿fue abusada sexualmente por su padre o no? ¿Por qué tanta ambigüedad? ¿¡Por qué no simplemente nos dicen qué es lo que pasa!? Bueno, sí, un narrador omnisciente y en tercera persona podría, pero el hecho es que Holden no está seguro. El incidente con Antolini, al igual que la situación con Jane y su padrastro, son ambiguos ¿Por qué? Porque toda esta cosa con el sexo a menudo es ambigua. Especialmente cuando tienes 16 años. Esta ambigüedad es lo que hace el sexo tan confuso para Holden, quien abiertamente admite que "simplemente no lo entiende".

Por último, hay personas que dicen que Holden es homosexual. Es una solución de porqué se siente confundido y alienado. Si quieres irte con esa teoría, presta atención a cómo Holden habla del cuerpo masculino (como con Stadlater, Ackley o el Sr. Spencer). Se podría decir que ve homosexualidad en los demás cuando quizás no sea así (como Carl Luce o el Sr. Antolini). Y no está cómodo con la idea de tener sexo con las mujeres.

Holden, religión y dinero
Si quieres detalles bizarros de cómo Holden ve la religión, lee el "Análisis de personajes" de las dos monjas. Por ahora solo diremos que a Holden no le gusta el dinero y la religión por la misma razón: crean barreras sociales entre la gente. La educación no está lejos de esa marca, ya que forma parte del clasicismo.

También pensamos que el punto de vista de Holden sobre la religión y la educación son similares, porque no parece tener un problema personal con lo espiritual o con el conocimiento per se, pero detesta las instituciones que los promueven. En otras palabras, creer en Dios estaría bien si no hubiera reglas y personas (como "falsos" curas) tratando de decirte cómo pensar. Y aprender estaría bien (fíjate la forma con que Holden habla de los libros) si no hubiera reglas y gente (como profesores) diciéndole qué pensar ¿Ves la conexión?

Holden = Yoda
Hablando de conocimiento, tenemos la impresión de que Holden es un chico sabio. Sí, dice que no es tan inteligente, y que sigue faltando a todas sus clases, y algunos lo llaman "ignorante" y "problemático", pero cuando lees de verdad El Guardián entre el Centeno, te das cuenta de que Holden tiene muchos pensamientos tipo —Yoda que realmente impresionan. Ejemplos:

• "Si [a las chicas] les gusta un chico, no importa que tan bastardo sea, dirán que tiene un complejo de inferioridad, y que si a ellas no les gusta, no importa qué tan buen tipo sea […] dirán que es un engreído."
• "Muchas veces no sabes qué te interesa más hasta que comienzas a hablar."
• "Odias decirle cosas nuevas a personas de cien años” No les gusta oírlo."

Hay una real inteligencia emocional allí. Holden entiende a la gente: cómo piensan, cómo actúan y por qué hacen lo que hacen. De hecho, cierta crítica dice que una de las fallas de Salinger en esta novela era haber hecho a Holden demasiado maduro emocionalmente. Quién lo hubiera pensado.

Holden: El guardián entre el centeno
Por último, y definitivamente no por eso menos importante, hablemos de la gran ambición de Holden… ser el guardián del centeno. Ya hemos hablado de la ironía aquí en "¿Qué pasa con el título?" ya sabemos cómo es: Las ambiciones de Holden = imposible. Hay demasiadas pintadas de "jódete" en el mundo.

Pero ¿Por qué tiene esta fantasía en primer lugar? ¿Por qué Holden está tan obsesionado con la inocencia? Para responder esta pregunta, has de tener en cuenta TO-DO lo que hemos hablado en el "Análisis del personaje" de Holden. Por eso la ponemos de último ¿Tendrá que ver con cómo se siente por sus (malas) experiencias pasadas con la sexualidad? Quizás. ¿Tendrá también que ver con el hecho de que Allie murió cuando tenía diez años? Es muy probable. ¿Estará relacionado con cómo se siente Holden con respecto a los adultos farsantes, su elaborada locura, su inteligencia emocional y sus construcciones sociales esquivas? Pensamos que sí, seguramente, y ciertamente es así. Pero hasta aquí llegamos. Todo tuyo. Llévatelo.


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ADDENDA.


LITERATURA
http://lapiedradesisifo.com/2015/09/09/titulos-polemicos-la-traduccion-de-catcher-rye/

TÍTULOS POLÉMICOS: LA TRADUCCIÓN DE THE CATCHER IN THE RYE

TAMARA ANDRÉS — 09/09/2015
J. D. Salinger


   Como acentuada costumbre entre lectores, he aprovechado el verano para rebajar la lista de libros pendientes, algunos de ellos considerados clásicos, y he tenido la excelente idea de incluir entre las lecturas de este estío The Catcher in the Rye, de J. D. Sallinger. Confieso que me esperaba una lectura mucho más densa y difícil, pero no ha resultado así, sino que me he topado, para mi sorpresa, con una historia fresca, ligera y de fluidez ágil. Pero la intención de este artículo, a pesar de lo que se pueda deducir de este primer párrafo, no consiste en reseñar el texto, sino resumir la problemática que creó en su día —y que todavía sigue estando muy presente— la traducción de su título al español (el artífice de esta página, Alejandro Gamero, ya se refirió brevemente a esta cuestión en su artículo «Traducciones traidoras de títulos de libros»).

   El texto original se publicó en Estados Unidos en julio de 1951 y diez años más tarde apareció su primera traducción al castellano a cargo de Manuel Méndez de Andés dentro de la argentina Compañía General Fabril Editora, concretamente en la colección Anaquel, bajo el título El cazador oculto. La traducción española, de Carmen Criado, data de 1978, y a ella se debe que la obra sea reconocida en nuestra en lengua con el sintagma El guardián entre el centeno. Veamos, en primer lugar, a qué hace referencia el título inglés. En el capítulo número veintidós de la propia novela, el protagonista y voz narradora, Holden Caulfield, reflexiona sobre su futuro laboral con su entrañable hermana Phoebe:

(…) me imagino a muchos niños pequeños jugando en un gran campo de centeno y todo. Miles de niños y nadie allí para cuidarlos, nadie grande, eso es, excepto yo. Y yo estoy al borde de un profundo precipicio. Mi misión es agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio. Quiero decir, si algún niño echa a correr y no mira por dónde va, tengo que hacerme presente y agarrarlo. Eso es lo que haría todo el día. Sería el encargado de agarrar a los niños en el centeno. Sé que es una locura; pero es lo único que verdaderamente me gustaría ser. Reconozco que es una locura.
Holden Caulfield «agarrando» niños
Holden Caulfield «agarrando» niños
   Volvamos al título original, The Catcher in the Rye. El término inglés «catcher» hace referencia a un jugador de béisbol cuya misión consiste en coger la pelota que lanza con fuerza otro jugador, el «pitcher», procurando que el bateador adversario no pueda golpearla con el bate. El escritor y periodista argentino Rodolfo Rabanal, en el artículo «El traductor traicionado», publicado el 30 de agosto de 2001 en el periódico La Nación, afirmaba lo siguiente:

“El guardián en el centeno” es estrictamente literal porque responde a las cinco palabras del título en inglés, pero esa literalidad no beneficia el sentido, más bien lo oscurece. Veamos por qué. El guardián es el arquero —como lo llamamos nosotros en el fútbol— o, para ser más claro, el jugador que en el béisbol corre para atrapar la pelota; si ese jugador se encuentra, de manera figurada, en un campo casi idéntico a un trigal, estará evidentemente oculto y fuera del alcance del bateador. En suma, “cazaría” la pelota desde una guarida y se comportaría como un cazador oculto.
Esa es la idea que inspiró el título de Salinger, sólo que en inglés, y en los Estados Unidos, bastaba con la literalidad para establecer la metáfora. Pero en la versión en español era preciso imaginar el propósito de Salinger y dar exactamente la idea que el autor buscaba. En efecto, eso se hizo, y de manera brillante en la traducción argentina. Luego se impuso esta nueva versión y el guardián en el centeno ya no suena a nada.

   A modo de pequeño paréntesis, analicemos el nombre del protagonista, Holden Caulfield. Mientras que el nombre escogido para el personaje principal del libro esconde el verbo to hold («agarrar»), su apellido se define como una palabra compuesta formada por dos lexemas, caul y field, es decir, «velo» y «campo». El primero subraya la idea transmitida por el propio personaje en la conversación con Phoebe: su objetivo vital consiste en dedicarse a «agarrar a todo niño que vaya a caer en el precipicio»; el segundo nos sitúa en un campo de centeno donde Holden está, precisamente, oculto, velado. Por si no fuera poco, caul también se utiliza en inglés para apuntar la membrana amniótica que envuelve al feto; su empleo nos transmite que el protagonista se encuentra en un estado embrionario: todavía no ha alcanzado la madurez (Holden Caulfield, de hecho, avanza ya las características de la Generación Beat con sus referencias al alcohol, al tabaco y al sexo). Holden Caulfield es, por tanto, un caractónimo, ya que tanto el nombre como el apellido del personaje presentan una carga semántica que deja intuir al lector las características psíquicas del personaje.

   Regresemos al título. Además de todo lo que ya hemos visto que esconde, cabe añadir que también está basado en el poema del escocés Robert Burns «Comin’ Thro’ the Rye», escrito en el año 1782. Holden Caulfield, hablando de él junto a la pequeña Phoebe, se equivoca y cambia un verso: en su boca, la prótasis «If a body meet a body» se convierte en «If a body catch a body» (aquí está, de nuevo, inexacta pero acertadamente, ese lexema catch- de catcher, ese «agarrar» que Holden pretende convertir en su profesión.

   Tras haber expuesto toda la información anterior, quizás haya llegado ya el momento de plantearnos la siguiente cuestión: ¿cuál es, en definitiva, la opción más acertada? A pesar de las críticas disparadas hacia la opción El guardián entre el centeno, como la de Rabanal, este continúa siendo el título más usado en el ámbito hispanohablante para referirse a la obra maestra de J. D. Salinger por la sencilla razón de que se convirtió en el preferido del propio autor, quien desautorizó cualquier otro tras escuchar elogios hacia la traducción española, que reflejaba fielmente el título original. Personalmente, este siempre ha sido el que yo he manejado —su hermano sudamericano me era un completo desconocido hasta hace poco—. En la imagen que se me venía la mente al leer, al escuchar o al utilizar dicho título aparecía un hombre escondido en el pertinente campo de centeno, de espaldas, en actitud contemplativa. Sin embargo, si pienso en un libro titulado El cazador oculto, me imaginaré al protagonista en posición amenazante, con una escopeta o un rifle en las manos, quien obviamente ya no se encontrará en un campo de centeno, sino en un bosque cualquiera, por ejemplo.

   Con el objetivo de llegar a una conclusión, resumamos pros y contras de ambos títulos: El guardián entre el centeno es demasiado literal, «guardián» no es lo mismo que en inglés catcher —mientras que este último participa de forma activa en el juego, un guardián simplemente vigila, es decir, se mantiene pasivo—. Sin embargo, en ese sintagma se mantiene la referencia al centeno, algo quizá loable teniendo en cuenta que el título original está basado en una canción en la que también se menciona esa planta. Por otro lado, El cazador oculto intenta reformular la metáfora y se aleja de la literalidad, pero demasiado, ya que nos presenta a un protagonista peligroso, aunque nos deja claro que Holden desea permanecer oculto —el propio personaje afirma en la novela: «Pensé que encontraría trabajo en una gasolinera poniendo a los coches aceite y gasolina. Pero la verdad es que no me importaba qué clase de trabajo fuera con tal de que nadie me conociera y yo no conociera a nadie»—.

   En conclusión, ambas soluciones parecen plantear algún problema. En caso de buscar una alternativa, yo me inclinaría por mantener la alusión al centeno, ya que considero que el fragmento del capítulo 22 incluido en este artículo es uno de los pilares de la novela. La mayor dificultad parece residir en que catcher no cuenta con una traducción aceptable en español. ¿Agarrador? Demasiado extraño. Para evitar los errores, quizá sería conveniente recurrir a una neutralización, como El hombre en el centeno —título que semeja un portal a una historia trascendental—. ¿Qué opináis vosotros? ¿Os animáis con alguna propuesta? Puede que entre todos demos con el dardo en el título; algo que, como podréis haber comprobado, no es tarea fácil.

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