viernes, 26 de julio de 2019

No son monstruos II

El nombre de Lucía Pérez quedó asociado para siempre a la rabia movilizada de cientas de miles que tomaron las calles en muchas ciudades del país y en otros 22 para denunciar ese femicidio, el 19 de octubre de 2016. Tres acusados esperan sentencia el 26 de noviembre después de una investigación y un tratamiento judicial vergonzoso que después de darle alimento al morbo de los medios dando detalles falsos sobre la muerte de Lucía, ahora, en la voz de dos los integrantes del Tribunal Oral Nro 1 de Mar del Plata, niega la necesaria perspectiva de género para juzgar los hechos. “Que se los condene por femicidio”, pide Marta Montero, la mamá de Lucía, junto con compañeras y compañeros de escuela de su hija, el movimiento feminista y la fiscalía. Ella entiende mejor que los magistrados que la violencia machista es una cuestión de poder y no una mecánica de los hechos. Por eso, dice, ella y su familia van a insistir, “seremos como la gota que cae mil veces sobre la piedra”.

Lucía Perez - Foto Feminacida.com.ar

Por Roxana Sandá


LAS12
16 de noviembre de 2018
Justicia

Hasta perforar la piedra

Guillermo Pérez y Marta Montero, padre y madre de lucía con su otro hijo el 15 de octubre de 2016, en la primera de muchas marchas de repudio a este brutal femicidio.


“Lucía está en cada una de nosotras y en ese camino que fuimos haciendo acompañados por organizaciones sociales, movimiento de mujeres y algunos organismos llegamos a este juicio, si no hoy estos tipos estaban en la calle y la culpable era nuestra hija. Juan Pablo Offidani, Matías Farías y Alejandro Maciel creían que salían. Son tan impunes y están tan acostumbrados a hacer lo que quieren, que pensaron que esta vez iba a ser igual. No fue así. Aunque en cada audiencia nos destroce volver de nuevo para atrás y escuchar las barbaridades que le hicieron a Lucía. Pero sabemos que debemos escuchar y sacar la verdad a la luz”, dice Marta Montero, la madre de Lucía Pérez, a quien drogaron, violaron y asesinaron el 8 de octubre de 2016. Resta conocer la sentencia que se haría pública el próximo lunes 26. Un grupo de varones llega a este juicio acusado del femicidio de la adolescente de 16 años, clamada por miles en todo el país el 19 de octubre de ese año, en el primer Paro Nacional de las Mujeres impulsado por el colectivo Ni Una Menos. Lucía perdió la vida mientras en Rosario se desarrollaba el 31° Encuentro Nacional de Mujeres. El luto multitudinario bajo la lluvia del miércoles negro retomó furioso un alerta que se había gritado en el ENM: “Si tocan a una nos tocan a todas”.

Cuando todavía la emoción del  19-O alteraba los sentidos, la respuesta del odio machista volvió a sentirse con intencionalidad feroz en varias provincias. Del 1° de enero al 17 de octubre de 2016 en la Argentina se registraron 226 femicidios vinculados y travesticidios. Y una mujer moría cada 26 horas a manos de varones violentos de su entorno.

-A las niñas y las mujeres se las mata sin piedad y se creen que las personas pobres, de clase trabajadora, somos los juguetes de ellos. La causa de Lucía estuvo mirada por los ojos de todo el mundo, no quedó tapada en Mar del Plata. Y los personajes influyentes y ricos de este municipio lo saben -advierte Marta, sentada junto a Guillermo Pérez, el padre de Lucía-. No tenemos poder de dinero, tenemos poder de convicción. Los cuatro éramos gente de trabajo y además nuestros hijos, Matías y Lucía, estudiaban. Querían callarnos de cualquier manera y no pudieron. A mi hija me la mataron, sí, pero nosotros tenemos las herramientas para pelear. Aunque la Justicia nos haya castigado con todo el sufrimiento posible.

Marta se refiere a la cronología de un padecimiento que inauguró la primera fiscal del caso desplazada y trasladada a otro organismo, María Isabel Sánchez, haciendo afirmaciones gravísimas de las que tiempo después se desdijo. Su nombre se convirtió en un símbolo de la antijusticia. Hizo todo lo que no debería hacerse jamás en un sistema judicial. Procedió con irresponsabilidad y negligencia absoluta en el anuncio del causal de muerte de Lucía, acaparó con liviandad la mirada de los medios argentinos y de la región, se fue por la tangente del estrés y las presiones con una licencia psiquiátrica.

Julia Drangosch es periodista feminista del periódico cooperativo y autogestionado QUÉ Digital de Mar del Plata. Junto con la colectiva de comunicadoras feministas locales realiza hace dos años un seguimiento pormenorizado de la causa desde una perspectiva de género. Explica con pesar que el pésimo manejo d e la fiscal Sánchez provocó la revictimización de Lucía porque en el juicio “se ventilaron” cuestiones de su vida privada para dilucidar qué fue lo que sucedió ese 8 de octubre. “El escenario aberrante que describió Sánchez nunca fue probado en ninguna etapa de la causa, y de eso se agarra la defensora oficial de los tres imputados, Laura Solari, que pide la absolución. Por eso el reclamo de Gustavo Marceillac, el abogado de la familia Pérez, y del fiscal Daniel Vicente es entender que más allá de que no se haya podido establecer cuál fue el causal de la muerte, existió una situación en la que Lucía no estuvo en igualdad de condiciones, con Farías en particular, teniendo en cuenta que era menor de edad, que tenía una problemática con el consumo de sustancias y que este adulto se relacionó con ella en la puerta de una escuela.”

-Lucía dijo que tenía miedo –revela Julia, que logró transcribir conversaciones de WhatsApp–. En esos mensajes se pudo establecer que entre Farías y Offidani existía una relación de negocio común montado para comercializar estupefacientes. Hay mensajes de Lucía con Farías y otros con sus amigos en los que el día antes de juntarse con él, marcaba que tenía miedo o que no quería tratarlo de forma directa. Eso da cuenta de que haber ido en forma voluntaria a la casa de estas personas y las relaciones sexuales consentidas que alega Solari no tiene sustento. 

¿Cómo se hace para retrotraer la memoria social del horror y las implicancias que tuvo en el movimiento de mujeres, lesbianas, trans y travestis después que durante dos años se sostuviera la enunciación de un empalamiento a partir del peor de los escenarios construidos por una agente fiscal? “Ese encuadre expuso las lógicas de un sistema de Justicia que no reconoce las desigualdades en contexto de violencias de género”, resalta Drangosch. “Por eso es importante comprender que incluso en un escenario diferente, existió violencia de género, captación de una adolescente, situación de desigualdad y de abuso de poder por parte de estos varones y el borde de riesgo y vulnerabilidad que la propia Lucía llegó a manifestar.”

En su alegato, Gustavo Marceillac sostuvo que “haber detectado problemas con algunos operadores” del sistema judicial, “deja una sensación amarga y sentimientos de bronca, frustraciones y desilusión” en la familia de Lucía. “Aquella verdad revelada que le ´vendieron´ (a la familia) acerca de cómo había muerto su hija, no era tan así”, lamentó. “Todo esto revictimiza a las propias víctimas.” Se ratificó que Lucía falleció por una asfixia tóxica, con congestión y edema pulmonar. El fiscal mantuvo en su alegato la acusación por venta de droga a menores de edad y en cercanías de una escuela, y por abuso sexual en un contexto de violencia contra la mujer y de género.

 -¿Cómo una fiscal puede hablar tan livianamente a los padres de una criatura? ¿Cómo se puede soportar tanto horror y maltrato desde un comienzo? –pregunta Marta y hace el recuento del hostigamiento de un medio local hegemónico y de algunos sectores de la sociedad marplatense que hasta el día de hoy les vuelven difícil el simple hecho de poder levantar cabeza. “Ella fue burda como tantos otros. Nos hablaban desde un expediente cuando nosotros lo hacíamos desde el corazón. Hemos perdido a una hija, respétennos. Siempre denunciamos las desprolijidades de una fiscal que a mitad del charco no pudo seguir porque la desbordaba la situación, o de una abogada –María Marta Iacoi– que dejó de representarnos porque nos dijo que le había salido un cargo en la Justicia federal.”

-Lo sucedido en las audiencias, como venimos observando en otros casos de femicidios, da cuenta de las serias dificultades que afronta la implementación de la perspectiva de género en el sistema de Justicia -remarca Laurana Malacalza, coordinadora del Observatorio de Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de la provincia de Buenos Aires-. Los operadores judiciales tienen una mirada sesgada en torno a los alcances de la violencia de género y ponderan que hay violencia sólo si existen denuncias o vínculo previo y si las pericias demuestran que hay huellas de violencia física o sexual en los cuerpos. No tienen en cuenta el modo en que operan las estructuras de la dominación entre los géneros ni los sentidos que adquieren esas violencias: no son hechos individuales o esporádicos. No son hechos patológicos. Son la expresión de una relación de dominación.

“Que se vea que esto fue un femicidio, que a Lucía la cosificaron y la mataron de la manera más cruel”, dijo Marta Montero al comienzo del juicio, el 30 de octubre, frente a los jueces Pablo Viñas, Facundo Gómez Urso y Aldo Carnevale, del Tribunal Oral en lo Criminal N° 1.

Malacalza fue convocada a declarar por Marceillac en una de las audiencias como perito experta en violencia de género, a partir de un informe del OVG presentado en la causa, donde se pidió que el crimen de Lucía se investigara y caratulara como femicidio para incorporar la perspectiva de género en las investigaciones.  A través del documento se logró argumentar la figura penal del femicidio y comprobar los contextos de violencia y dominación que operaron. “Esos contextos no dejan marcas en el cuerpo y son invisibles para las pericias forenses”, define Malacalza. “Por lo tanto deben ser restaurados por la perspectiva de género.”


Télam
Este es un punto central en la causa.

-Porque las pericias no constatan la existencia de violencia. Sin embargo el asesinato se produce en un contexto de dominación donde tres varones adultos usan la droga para vincularse con una joven de apenas 16 años. Una relación claramente desigual. Por ende, para identificar un femicidio no es necesario que exista violencia o agresión física. Esta mirada nos conduce a interpelar el modo en que los operadores judiciales definen y caracterizan la noción de autonomía sexual de las mujeres y las adolescentes como concepto vinculado al consentimiento.

Lucía se fue de su casa en Colina de Peralta Ramos la mañana del sábado 8 de octubre con intenciones de volver pronto. En la computadora quedaba abierto su facebook, había apuro en la partida. Alguien la instó a salir rápido, ya había ido a verla el día anterior cerca de su escuela, la Media N° 3. Era Matías Farías, quien la tuvo en la mira desde el momento en que la conoció presentado por B., otra adolescente a la que él acostumbraba manipular. Vendedor de droga, “socio” de Juan Pablo Offidani, el hijo de un escribano de la ciudad y dealer renombrado según fuentes del barrio La Serena, donde cometieron el crimen. La punta del iceberg se partió en mil pedazos, la violencia machista y patriarcal en el corazón del pueblo chico volvió a inundarlo todo. Sus formas se expresaron en la posesión y el control sobre los cuerpos de las adolescentes y las mujeres jóvenes que habitan barrios populares. La droga atravesando los territorios. “Los cuerpos de esas niñas, adolescentes y jóvenes que son moneda de cambio o territorio de disputa entre grupos”, agregará Malacalza. “Todas posibles de ser descartadas y rápidamente reemplazadas por otras. Cuerpos para ser consumidos y desechados.” 

En una carta pública escrita a diez días del femicidio de su hermana, Matías denunció amenazas de muerte contra su padre y al menos dos atentados. Con valentía reprodujo en palabras la escena de una responsabilidad culpabilizante sobre las familias que pierden a sus hijas. Quedarse en el molde como espacio asfixiante y disciplinador fue la única opción que quisieron hundirles hasta el hueso. “Nos pasaron cosas espantosas porque decidimos tomar la palabra”, admite Marta. “Mar del Plata es un lugar chico, y en este caso está metido el hijo de un escribano de la ciudad, presidente del Colegio de Escribanos, uno de los señores feudales junto con cuatro o cinco más del poder político y judicial. Sabemos que Offidani estaba en la venta de droga de máxima pureza. ¿Quién consume esa droga? No la compran la chica o el chico de barrio. Resolvieron que había que callar a esta familia y mantener el caso bien abajo. No lo lograron por la intervención de organismos provinciales y nacionales, y de los medios de comunicación. El municipio nos dio la espalda. Aquí hubo cuestiones de poder y compromisos políticos. Hasta hace un mes y medio nos vigilaban desde autos de alta gama estacionados en la esquina de casa. A mi marido lo amenazaron tipos en moto que le dijeron ´negro de mierda callate la boca que te vamos a quemar´. Nos rompieron los vidrios del auto, nos aflojaron las ruedas. Pero no le tenemos miedo a esta gente cobarde. Nosotros no le arruinamos la vida a nadie, ellos nos tienen que tener miedo.”

¿Cómo está Matías hoy?

-Sintiendo un peso muy grande, como todos nosotros, cuando nos revictimizan. Mi marido y yo tenemos trabajo, pero Matías no pudo seguir estudiando, fueron dos años perdidos en su vida. Mataron a su hermana, ve cada día la lucha de sus padres, muchas puertas se le cierran. De la noche a la mañana nada volvió a ser igual, y eso para un joven es devastador, pero iremos abriendo otros caminos.

Usted dijo que se pretendió “normalizar” el caso para ocultar la realidad.

-Porque nunca entendí si es normal llevar a una adolescente muerta a un centro de salud en un fin de semana largo, si es normal que el subsecretario de Salud de la Municipalidad estuviera a cargo de la guardia justo ese día, a falta de médicos. ¿Por qué no se quedó? ¿Por qué dejó firmado un certificado de defunción en blanco? A las 7 de la tarde el cuerpo de mi hija estaba en una bandeja de morgue. Llevarla a Lucía muerta a una sala fue por consejo de alguien. A esos tipos nunca se les hubiera ocurrido. Creyeron que su muerte fue en vano, se rieron de la vida de una adolescente porque ellos viven de esa manera. No les importa el daño que le hicieron a una familia ni a una comunidad escolar. Hoy las compañeras y compañeros de Lucía viven destruidos.

Sin embargo,  el fiscal retiró la acusación contra Alejandro Maciel por encubrimiento agravado porque no se encontraron elementos para mantenerla.

-Habrá que ver a quién pretende favorecer la Justicia. Iba a suceder, estábamos agarrando una cabeza demasiado alta y no iban a permitirlo. Ese hombre está con una detención morigerada, dicen que por cuestiones de salud, es un operador terapéutico de adictos cuando tenía un indoor en una casa usurpada con cantidad de plantas de marihuana, pero esa investigación fue archivada. Con la cuestión de las drogas se hizo poco hincapié, pese a que quedó plasmado que los tipos vendían y los agarraron vendiendo. Al único que quisieron salvar siempre fue a Offidani, el que tenía la droga y los medios para moverse. Sólo quiero una condena ejemplar, perpetua para Farías y Offidani, y cuatro años y medio en Batán para Maciel. Quedó más que probado que él también comercializaba droga. Cuando lo atraparon estaba buscando pasajes de avión para escapar a Miami.

-¿Cómo se fue tramando el vínculo con lxs jóvenxs de las organizaciones que la apoyan?

-Hablando mucho, acompañándonos entre todas. Siempre sentí el abrazo calentito de chicas y chicos, desde la primera audiencia. Insisto con el tema de la palabra, con que seamos la gota china cayendo mil veces sobre la piedra. No nos sirve la violencia, porque es lo que esperan los que nos quieren ver lastimadas y derrotadas. Nosotras tenemos que exigir que nos escuchen. Con Guillermo hace dos años que no paramos; cuando algo no nos cerraba íbamos a golpear puertas hasta que las abrían. No hay que quedarse con lo que nos dicen, no conformarnos ni callarnos ni dejar que hagan las cosas por nosotras. Desde la palabra, la lucha y la firmeza. Eso hablamos con las chicas. No me sirve que las lastimen o las hagan sufrir, porque sería lo mismo que hicieron con Lucía y no pienso permitirlo. Voy a ayudarlas en todo lo que pueda y cuando termine esta causa vamos a seguir en contacto. ¡Son tan chiquitas y fueron un soporte tan enorme! Podrían ser mi Lucía cualquiera de ellas. Las amo con toda mi alma. Soy una mujer grande, he pasado cosas y hoy desde la experiencia, desde esta manera, es donde una debe estar. La palabra y el reclamo por nuestros derechos te llevan a buen camino.

¿Qué le dejó la fuerza colectiva del Paro Nacional de Mujeres del 19 de octubre?

-Fue algo inmenso, imposible definirlo. Recuerdo que cuando veía a miles de chicas y mujeres en las calles, todas de negro para ir a estudiar o a trabajar, me preguntaba cuántas Lucías hay y no se ha hecho nada. Ese día se pidió Justicia para que no haya más Lucías y para que cuidemos a las y los adolescentes porque son vulnerables frente a muchas dominaciones, como la venta de droga en las escuelas. Creo que Lucía se convirtió en una bandera. El año que viene voy a ir al Encuentro Plurinacional de Mujeres en La Plata. Las voy a acompañar. Voy con otra mirada, no me gusta victimizarme por nada. Dar lástima jamás, no está en mi esencia ni en mis entrañas. Por otra parte estoy muy agradecida, pero también me siento estigmatizada. Hoy le decía a Marceillac que más allá de la lucha y de la buena voluntad, la información que se generó desde un principio en el Ministerio Público Fiscal hizo que viva sintiéndome observada, aunque sea para bien. No elegí eso. Soy una persona libre, siempre hice las cosas de la mejor manera. A mí me conocieron por todo lo que salió de esa usina fiscal. Hubiese seguido mis pasos sin que nadie supiera, pero me pusieron en una vidriera de una manera inconsciente e irresponsable. Hoy mi hijo va a buscar trabajo y no lo toman por ser quien es. Y eso nos destroza.

Tres anuncios por un crimen. Marta finaliza esta nota en un tono casi confesional. Nada que no haya dicho en infinidad de medios o frente al megáfono de algunas marchas. Pero el relato se le hizo mantra y cada vez que hable de Lucía algo volverá a inaugurarse. Ella asegura que en su vida y en la de todas. “Sea cual fuere el fallo, las causas que no se investigaron ahora se van a reabrir, te lo juro. Y voy a seguir luchando por mi hija hasta el final de mis días. Por el disfrute perverso de ellos, porque tres tipos gozan de esa manera, con esa crueldad absoluta, que vayan donde tengan que ir y que estén donde tengan que estar.”

https://www.pagina12.com.ar/155654-hasta-perforar-la-piedra

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CONTRATAPA
01 de diciembre de 2018

Los fallidos de un fallo “no ejemplar”

Por Liliana Viola

Decepción tras el fallo del tribunal.

Si empezamos a leer esta historia por el final, es decir, empezando por la sentencia de los tres jueces marplatenses, se puede aventurar que lo que pasó nunca pasó. Lucia Pérez nunca se murió, nadie la mató, nadie tuvo algo que ver con su muerte. Los acusados fueron absueltos por los crímenes de abuso sexual y femicidio aunque declarados culpables por “tenencia de estupefacientes con fines de comercialización agravado por ser en perjuicio de menores de edad y en mediaciones de un establecimiento educativo”.

La joven muerta en el trámite que incluye venta, consumo y sexo, no figura. No tiene 16 años, no les compra droga, no le queda debiendo plata por un poco de droga fiada. El día de la muerte no la pasa a buscar el acusado (41 años) en la camioneta que la lleva a la casa del otro (25 años) un día después de haberse conocido con la promesa de un poco más de droga. Los “estupefacientes” están suspendidos en el aire de este relato, como “tenencia” y en poder de quien la comercializa y no como “sobredosis” en el cuerpo de una chica que “dejó de respirar” en el transcurso de una relación sexual ese mismo día, según la declaración del mismo acusado, que además fue un acto “brusco y violento”, según los peritos que no pueden asegurar que no estuviera en el marco de un sexo consentido. El fallo –donde Lucía Pérez se murió porque se murió– se superpone sin muchas variantes con aquella canción de Charly que decía: “no sé que mierda pasó en san telmo/ aunque en verdad mucho no me interesa/ tomemos el asunto con asepsia/ pero por favor no te mueras en mi altillo”. Pero esto no es una canción. Y los jueces tendrán que dar cuenta de lo que dicen.

Sin embargo, en el mismo fallo hay constantes referencias a la vulnerabilidad de la víctima, por menor y por mujer, que avalan la línea de femicidio. Alguien le había recomendado a Lucía no comprar droga a hombres solos, comprarle a una señora del barrio, “porque es mujer y tiene hijos”. También hay referencias a las “malas experiencias” con sujetos que venden y que ya que estamos violan a las chicas. Pero luego, en el veredicto, la expresión tan aséptica de “fines de comercialización” lava prodigiosamente el peligro de violación y muerte por sobredosis. ¿No es una situación de vulnerabilidad, la escena de una menor (sin dinero propio para pagar) en la casa de un vendedor adulto que efectivamente termina teniendo sexo con ella? Los jueces además encuentran un atenuante en esto de la tenencia, uno de los acusados es adicto. Son los mismos que desestiman la desventaja que implicaba la adicción de la víctima, porque según estos tres señores que no la conocieron, Lucía se comportaba “como alguien mayor de 16 años” y además no era lo que se dice “sumisa”, no se iba a acostar con quien no quisiera, si lo hizo fue porque quiso, o sea no hubo abuso.

¿De dónde sacaron estas conclusiones? ¡Le leyeron los chats! ¿Será que la ética de los programas de chimentos ha impregnado las prácticas de la justicia? Los chats de la chica, de los acusados y testigos, podrán dar pistas e indicios a una investigación, seguramente. Pero aquí son escudriñados como una fuente de verdad revelada e interpretados como lo haría un panelista con un mediático según quisiera hacerlo quedar bien o quedar mal. Si le dice a un amigo que no tiene miedo y que es valiente, se considera que lo es. Si dice que se acuesta con quien quiere, se considera que se acuesta con quien quiere. ¿Desde cuándo lo que uno escribe en un chat o lo que uno le dice a un amiga o a su madre no viene modalizado por las ganas de fanfarronear, presumir, ocultar, fantasear, minimizar y todas las infinitas intenciones que hacen a la comunicación entre la gente? Pero además, si no era sumisa, ¿significa que tenía con qué defenderse? ¿Estaba a salvo? Entonces... quien viole o mate a una chica “con carácter” ¿tendrá menos pena que quien lo haga con una que sepa ser y parecer de 16 años?

Si estas cuestiones resultan algo tendenciosas, mejor ir directo a una de las tantas tendenciosas conclusiones del fallo: “Se trata, de todos modos, de un final trágico, porque falleció una adolescente inteligente, generosa, solidaria y, según sus padres y su hermano, fuertemente vinculada a su entorno familiar”. Más allá de la demagogia con la familia adulando a la niña, y más allá del avieso intento de negar la vulnerabilidad extra por consumo de drogas, ¿qué les queda a las adolescentes egoístas, poco inteligentes y con poco apego al hogar?

Los panelistas de la justicia patriarcal se muestran más comprensivos con los chats del acusado. Concluyen que no tenía malas intenciones porque en los chats le propone comprar una Cindor y facturas y no dice nada de tener sexo. Es posible pero también es posible todo lo contrario. ¿No es el buen trato uno de las típicas estratagemas del lobo desde los cuentos infantiles? Asumen que no la acosó porque luego de algunos insistentes  llamados dejó de insistir. ¿No es una táctica más vieja que Caperucita sobre todo para alguien a quien se le ha prometido Cindor y droga?

Los jueces sustentan la inocencia en que el acusado la llevó al hospital y no se escapó (no hacen referencia a que todos los mensajes en su teléfono llevaban a la policía directo a su casa). Sin dudas eso será un atenuante en la pena que pudiera merecer, ¿pero acaso se espera que todas las chicas muertas aparezcan abandonadas dentro de una bolsa de residuos?

Si todo esto no llama a la puesta en duda sobre las intenciones de este fallo que llega puntualmente el Día de la No Violencia contra la Mujer y que se produce con explícita conciencia de que el nombre de Lucía Pérez encabezó la primera huelga de mujeres en 2016, es imposible que no llame la atención el siguiente detalle insólito. En el mismo veredicto donde se absuelve a los acusados, aparece una presunta culpable que no figuraba entre los acusados: los jueces piden que se investigue a la Fiscal María Isabel Sánchez por mal cumplimiento de sus funciones. Es la funcionaria que el día de la muerte se tomó sus 15 minutos de infamia y declaró en los medios que Lucía había muerto por empalamiento y que había recibido un  trato inhumano. Luego se supo que ningún peritaje avalaba esos dichos. Pero este acto de irresponsabilidad –para nada inusual en el rubro– no justifica que su nombre aparezca 18 veces en las 50 páginas del fallo. La razón no es nada secreta y la dan los mismos jueces en varias oportunidades: “si la fiscal no hubiera pronunciado la palabra empalamiento, la sociedad no estaría exigiendo un juicio ejemplar”. Y aquí es donde late con toda su fuerza bruta la vena de este fallo de corte patriarcal, que se resiste a ser ejemplar y en esta resistencia no se fija en llevarse puesta la posibilidad de hacer justicia, que equipara el “no hubo empalamiento” con “aquí no pasó nada”. Un juicio ejemplar invertido que no sólo le ponen la vara más alta a los criminales, sino que da por sentado que de no existir una muerte lo suficientemente cruenta, luego de tantas que hubo y sigue habiendo, no habría habido la exigencia de juicios ejemplares, ni multitudes en la calle clamando Ni Una Menos. O también y de yapa, que el reclamo de las mujeres tiene en su origen una muerte que no es para tanto. Desconocen en un claro ejercicio de incapacidad de escucha machista que no se necesita ninguna muerte para la potencia del movimiento de mujeres, travestis y trans, como tampoco una muerte por aborto clandestino para la lucha por el aborto legal, seguro y gratuito.

Los jueces están leyendo mal, los chats y todo, incluido lo que ellos mismos escribieron: “Quisiera concluir este anaìlisis aclarando que no desconozco la existencia de la llamada violencia de género y el interés del Estado argentino en que esta se elimine” advierte al comienzo del fallo uno de los jueces que no se priva de anteponer la palabra “llamada” ante un concepto de público consenso borrando por completo y sin disimulo lo que haya querido decir con “no desconocer”. Pero va a más: “pero eso no significa que bajo ese escudo se pretenda encuadrar un hecho que es diametralmente opuesto aì ello”.

No es por fuera de la justicia que haya que hacer justicia, pero un juez que ante la evidencia de una chica muerta en las condiciones en que murió Lucía Pérez considere que la llamada violencia de género es un escudo y que el hecho “es diametralmente opuesto”, claramente no está capacitado para ejercerla.

https://www.pagina12.com.ar/159122-los-fallidos-de-un-fallo-no-ejemplar

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El femicidio que conmociona a Mar del Plata


El crimen ocurrió en la casa de uno de los acusados. La chica fue llevada a una clínica para intentar una reanimación. Antes, los asesinos lavaron su cuerpo para borrar huellas. Uno de los detenidos es hijo de un escribano conocido de la zona.

Por Carlos Rodríguez

“La niña fue sometida a una agresión sexual inhumana”, graficó la fiscal marplatense María Isabel Sánchez, en un intento por describir la forma bestial en la que fue asesinada una joven de 16 años por al menos dos hombres que se encuentran detenidos. Si bien toda violación es “inhumana”, el acento fue puesto porque los que asesinaron a Lucía Pérez en Mar del Plata la drogaron, la violaron, la empalaron, le provocaron un shock cardíaco derivado del terror que sufre una persona bajo la tortura y por último lavaron su cuerpo, en un frustrado intento por borrar sus huellas. Lo hecho por los asesinos de Lucía –podría haber un tercer implicado– reúne en un solo caso tres de los crímenes más horrorosos ocurridos en la Argentina (ver nota aparte).

La fiscal Sánchez, en conferencia de prensa, dijo no tener “ni una duda” sobre la autoría del hecho por parte de los dos detenidos, Matías

Gabriel Farías, de 23 años, y Juan Pablo Offidani, de 41, hijo de un reconocido escribano de la ciudad balnearia. Luego de señalar que ambos se dedican “a la venta de drogas”, la fiscal puntualizó que la calificación del caso es “violación seguida de muerte agravada por la provisión de estupefacientes, y homicidio ‘criminis causa’”, agravante que contempla el Código Penal cuando se comete un delito (el asesinato) para tratar de encubrir el anterior (la violación).

El hecho ocurrió el fin de semana en la casa de uno de los detenidos, Gabriel Farías, en la calle Racedo 4825. La fiscal aclaró que la víctima fue obligada a consumir “mucha cantidad de cocaína” y una vez doblegada toda posibilidad de resistencia “fue sometida a una agresión sexual inhumana”. La funcionaria judicial sostuvo que “la niña fue sometida a los más bajos instintos”, al punto que “la violación” por parte de al menos uno de los hombre incluyó la utilización de “un objeto romo, que puede ser un palo”, utilizando una feroz práctica que se aplicaba en los siglos VI y V antes de Cristo.

La fiscal dijo que los hechos comenzaron el viernes de la semana anterior, cuando los dos involucrados se presentaron en las cercanías de la escuela ubicada en Juan B. Justo al 600.

El más joven, Matías Gabriel Farías, mantuvo una charla con Lucía, quien al día siguiente fue a visitarlo a su casa. Guillermo Pérez, el padre de la joven asesinada, declaró a los medios de prensa que hubo una persona que “entregó” a su hija a quienes la asesinaron.

La fiscal precisó que la adolescente falleció a raíz del “excesivo dolor” que sufrió como resultado de la terrible agresión. Sánchez estimó que uno de los factores de la muerte fue “el empalamiento”. Al ser consultada sobre las pruebas que involucran a los dos detenidos, respondió: “No tengo dudas de las responsabilidades penales de los dos, aunque con distinto grado de participación”. Advirtió que el caso “no está cerrado” con las detenciones producidas, dado que existe “la sospecha” de la intervención de una tercera persona. Sobre esa alternativa, señaló que el presunto tercer involucrado “probablemente tenía relación con la provisión de drogas, el bañado del cuerpo posterior y el traslado” de la chica a la sala de emergencias de Playa Serena.

Las dos detenciones se produjeron “cuando (ambos) vendían estupefacientes en la vía pública”. En la camioneta de uno de ellos se encontraron “medio kilo de marihuana y billetes, que confirmaron su condición de dealer”. En la vivienda donde ocurrió el hecho hallaron “preservativos, drogas y municiones, pero no armas”. La identidad de los detenidos se pudo determinar a partir de los datos que aportaron a la Justicia dos compañeras de Lucía, una menor de edad y otra mayor, que concurren a la misma escuela.

Guillermo Pérez, el padre de la víctima, aseguró ante los periodistas que cree que “hubo una entregadora” en el crimen de su hija y estimó que se trataría de una compañera del colegio. El hombre, conmocionado, dijo que “se la entregó a Farías” y subrayó que su hija fue “destrozada por dentro y empalada”. Con posterioridad, la fiscal Sánchez fue consultada sobre la presunta “entregadora”. Respondió que esa cuestión “tiene que ser investigada y no está probada en la causa. Si se comprueba será imputada, pero por ahora se trata de un reproche moral de parte del padre hacia la amiga (de su hija), pero no hay un reproche penal”, al menos por el momento.

El relato de los hechos, por parte de la fiscal, se completó con lo ocurrido después de la violación y cuando la joven estaba agonizante. Los responsables del crimen la trasladaron hasta el centro de salud de Playa Serena, en una camioneta Fiat Strada Adventure color azul. El más joven permaneció un rato en el lugar, mientras los médicos la trataban de reanimar; Juan Pablo Offidani, se fue de inmediato. Antes de trasladarla al hospital, el cuerpo de la víctima había sido lavado y se notaba que ellos la habían vuelto a vestir, por la forma en que tenía puesta la ropa.

https://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-311640-2016-10-13.html

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