sábado, 17 de junio de 2023

La masacre que no tuvo su «Nunca más»

 
16 de junio, 1955. La masacre que no tuvo su «Nunca más»
https://abelfer.wordpress.com/2023/06/16/16-de-junio-1955-la-masacre-que-no-tuvo-su-nunca-mas/


El 16 de junio de 1955 escuadrones de aviones de la Armada Argentina bombardearon y ametrallaron con munición aérea de 20 mm la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, el edificio de la CGT (Confederación General del Trabajo) y la residencia presidencial de aquel entonces.

Este bombardeo fue parte de un intento de golpe de Estado de militares y civiles opositores, pero el objetivo específico era matar al presidente Perón. No era, por cierto, el primer intento. Otros anteriores se relatan en las memorias que publicaron luego dirigentes que participaron. Este también fracasó en su objetivo, pero en su frustración los pilotos ametrallaron a algunos cientos de civiles desarmados, en su mayoría en la Plaza de Mayo y alrededores.

El conato de golpe, prematuro y mal preparado, no tuvo eco en las Fuerzas Armadas, y los aviones atacantes se refugiaron en el cercano Uruguay. Pero un sector numeroso de la oficialidad ya estaba en contra del gobierno peronista, así como una mayoría de las clases medias y altas de la sociedad argentina. Tres meses después el gobierno fue derrocado, Perón marchó al exilio, y empezó un largo período, de 18 años, en que se trató de suprimir al peronismo por distintos medios.

Fue una guerra civil larvada, «de baja intensidad con picos altos», dirían los analistas de escritorio. Pero ese bombardeo nunca fue reivindicado, ni repudiado, formalmente (Es decir, lo reinvidicaron los militares y civiles participantes, que volvieron de Uruguay esperando ser reconocidos con cargos. Los consiguieron).

Ese largo silencio que se mantuvo aún cuando Perón volvió al poder en 1973, fue sólo roto, y en voz no muy alta, en los últimos años. Es extraño, porque fue un acto terrorista, el más importante de la historia argentina, perpetrado por aviones militares sobre la población de su propio país.

Había una sangrienta coherencia en la masacre indiscriminada, porque -más allá del rechazo a la «democracia autoritaria» (otra definición sociológica) que practicaba el peronismo, los que querían acabar con Perón estaban convencidos que era imposible derrotarlo en elecciones. En 1952 y en 1954 había confirmado que la mayoría lo votaba…

En general, los gobiernos y la dirigencia del peronismo tienden a acordar con Martín Fierro «Olvidar lo malo   También es tener memoria«, más allá de los discursos. Los peronistas lo recuerdan, forma parte de su historia y su identidad. El antiperonismo -salvo algún sector «envenenado» y minoritario, no se hace cargo.

Esta amnesia no es sólo especulación, sino algo más profundo. El peronismo -«país de inmigración»- tiene una fuerte identidad y también una vida interna conflictiva, en donde siempre hay un sector que puede endilgar a otros errores o crímenes anteriores. La violencia guerrillera en democracia, su represión, López Rega, Menem, … Nunca falta un garrote para pegarle al adversario interno.

El antiperonismo… no se asume como identidad, aunque la tiene. Por eso muchos de sus comunicadores, aún algunos con discreto talento, como Fernández Díaz, tienden a describir todo el pasado que no les gusta como «peronistas», «criptoperonistas», o, a lo sumo «blandos con el peronismo». Sus próceres son de 100 años o más atrás, ciudadanos de esa Argentina imaginaria que se parecía a Europa.

Sólo un recién llegado a la política, como Javier Milei, reivindica a Menem y a Cavallo, y se asocia a nostálgicos abiertos de la dictadura de 1976-83. Él no tiene pasado, y se dirige a un público que tampoco lo tiene. Pero el pasado existe, y pesa. Venimos de él.

Esta falta de memoria, en realidad de conciencia de continuidad, de un numeroso sector político, es uno de los problemas argentinos, creo. Porque estoy convencido que en nuestra Argentina hay dos grandes identidades, no sólo políticas sino también sociales: la «nacional y popular» y la «republicana» (es una forma de llamarlas, no una definición). Y si una no se hace cargo de su historia, es difícil hacer los pactos necesarios.

*-*

Este post nace de un impulso (como la mayoría de los míos). Hoy un amigo mencionanaba en twitter que en el reciente libro del prudente Abal Medina (hombre clave en el año clave de 1972), se cuenta que el acercamiento entre Perón y Balbín (el jefe del radicalismo) se frustró por la negativa del segundo a condenar públicamente los bombardeos contra civiles y los atentados terroristas en el 53 y el 55. La presión para que no lo hiciera vino, sobre todo, del sector radical que encabezaba Alfonsín, el Movimiento de Renovación y Cambio.

Le recordé (es joven) que desde 1944 hasta 1999 la izquierda y el centro izquierda -casi todos los partidos políticos que se identificaban así- optaron por aliarse con la derecha «liberal» o «republicana» para enfrentar al peronismo (es cierto que en 1995, contra Menem tenían una buena excusa).

Como sea, a partir de 2003 Néstor Kirchner se propuso sumar a esos sectores -hoy los llamamos «progres»- y lo logró en gran parte. Lo que ha creado algunos problemas nuevos…



Juan Carlos Lafosse dice:
junio 16, 2023 a las 19:35
1955 – Masacre del 16 de junio
Ese día, la Armada Argentina, con apoyo de sectores de la Fuerza Aérea e infantes de marina, encabezó el atentado terrorista más cruel de la historia argentina. También intervinieron tres centenares de “comandos civiles”, que ocuparon Radio Mitre, a través de la cual lanzaron una proclama que dio a Perón por muerto.
El plan original era atacar el Ministerio de Hacienda, el Palacio Unzue, residencia presidencial en aquel momento, y el departamento central de policía.
Unos 40 aviones lanzaron más de cien bombas con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos. El ataque aéreo se realizó en tres oleadas, entre las 12:40 y las 17:40 y dejó como saldo más de trescientos muertos y más de mil doscientos heridos, en su inmensa mayoría civiles.
El bombardeo duró aproximadamente 5 horas, y la segunda y tercera oleadas sobre la ciudad fueron feroces y sangrientas. Los Gloster Meteor entraban por Avenida de Mayo, descargando sus cañones de 20 milímetros y viraban sobre el Río de la Plata.
Luego de la primera oleada de bombas sobre la Casa de Gobierno, ya se sabía que Perón no se encontraba allí. Entonces, ¿Por qué hubo una segunda y tercera oleada de bombas, tanta metralla? ¿A quién iban dirigidos esos proyectiles?
Creo que el propósito real fue generar terror, mostrar poder y decisión, pasando por encima de cualquier límite. El sueño de solucionar todos los problemas del país, a través de un escarmiento ejemplar, con una destrucción masiva desde el aire. Volver a hacer invisible una clase social, ese sujeto nuevo llamado “trabajador”. Fue un castigo por meter “las patas en la fuente”.
A partir de este momento, la violencia, muertes y torturas se convirtieron en herramientas políticas en Argentina.
Buscaron matar también la memoria. Prácticamente nada se conoce, ni se ha difundido, sobre el bombardeo del 16 de Junio. Los grupos de poder, apoyados por las fuerzas armadas, impidieron todo recuerdo, reemplazándolo por una realidad sin historia que nos siguió enfrentando una y otra vez. «Orientó a la población exclusivamente hacia el futuro y la obligó a callar sobre lo que había sucedido» dijo W. G. M. Sebald . Y callar imposibilitó la memoria .
Mi familia fue a Plaza de Mayo, muy pocos días después, para ver los daños que había causado el ataque de los Gloster Meteor de la VII Brigada Aérea de Morón, el mediodía trágico del 16 de Junio. Se veían las huellas de las bombas y de las ametralladoras en la Casa Rosada y el actual edificio de la AFIP.
No recuerdo que se mencionaran los cientos de muertos civiles que el bombardeo había causado, aunque alguna vez oí la curiosa explicación de que “la culpa la había tenido Perón por llevar los trabajadores a la Plaza de Mayo”.
También, un par de días después, estuvimos en algunas iglesias del centro, vandalizadas sin que hubiera ningún muerto, en la noche del terrible 16 de junio, juntando “reliquias”, o sea casi cualquier cosa que estuviera un poco chamuscada.
Y también nos callamos. Nunca se habló de lo ocurrido el día 16 por la mañana, solo de la “Quema de las iglesias”.




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