domingo, 6 de agosto de 2023

El péndulo de Foucault (fragmento) - Umberto Eco - cap. 29 R.C.

 Por el hecho de que cambian y esconden su nombre, de que disimulan sus años, 
de que, como ellos mismos confiesan, llegan sin darse a conocer, no hay Lógico 
que pueda negar que deben necesariamente existir realmente. 
(Heinrich Neuhaus, Pia et ultimissimo admonestatio de Fratribus Roseae-Crucis, 
nimirum: an sint? quales sint? unde nomen illud sibi asciverint, Danzica, Schmidlin, 
1618 - ed. fr. 1623, p. 5) 

Decía Diotallevi que Hesed es la sefirah de la gracia y del amor, fuego blanco, viento del 
sur. La otra noche en el periscopio pensaba que los últimos días que viví en Bahía con 
Amparo estuvieron presididos por ese signo. 
Recordaba, cuántas cosas se recuerdan mientras se espera durante horas en la 
oscuridad, una de las últimas noches. Teníamos los pies doloridos de tanto caminar por 
callejuelas y por plazas, y nos habíamos ido a la cama temprano, aunque sin ganas de 
dormir. Amparo se había acurrucado contra una almohada en posición fetal, y fingía leer 
a través de las rodillas, apenas separadas, uno de mis libritos sobre el umbanda. De vez 
en cuando, se estiraba con indolencia y se quedaba acostada boca arriba, las piernas 
abiertas y el libro sobre el vientre, y me escuchaba; yo le leía de mi libro sobre los 
rosacruces, intentando hacerla participar en mis descubrimientos. La noche era dulce 
pero, como habría escrito Belbo en sus files, exhausto de literatura, el céfiro no silbaba. 
Habíamos decidido concedernos un buen hotel, desde la ventana se divisaba el mar y en 
el vano de la cocina, aún iluminado, me confortaba una cesta con frutas tropicales que 
habíamos comprado aquella mañana en el mercado. 
--Dice que en 1614 se publicó en Alemania un escrito anónimo titulado allágemeine und 
general Reformation, o sea Reforma general y común del entero universo, seguido de la 
Fama Fraternitatis de la Honorable Confraternidad de la Rosa-Cruz, dirigido a todos los 
sabios y soberanos de Europa, junto con una breve respuesta del Senor Haselmeyer 
quien por ese motivo ha sido arrojado a la cárcel por los Jesuitas y encadenado en una 
galera Ahora impreso y puesto en conocimiento de todos los espíritus sinceros. Publicado 
en Kassel por Wilhelm Wessel. 
--¿No es un poquitín largo? 
--Parece que en el siglo XVII todos los títulos eran así. Los escribía Lina Wertmuller. Es 
una obra satírica, una fábula sobre una reforma general de la humanidad, y además, en 
parte está copiada de los Ragguagli di Parnaso de Traiano Boccalini. Pero contiene un 
opúsculo, un libelo, un manifiesto de una docena de paginitas, la Fama Fraternitatis, que 
será publicada aparte el año siguiente, junto con otro manifiesto, esta vez en latín, la 
Confessiofraternitatis Roseae-Crucis, ad eruditos Europae. En ambos la Confraternidad 
de los rosacruces se presenta y habla de su fundador, un misterioso C. R. Sólo después, 
y sobre la base de otras fuentes, se llegar a saber o se decidirá que se trata de un tal 
Christian Rosencreutz. 
--¿Y por qué allí no figura el nombre completo? 
--Mira, hay todo un derroche de iniciales, aquí nadie es nombrado por completo, todos se 
llaman G. G. M. P. I., y el que tiene un sobrenombre cariñoso se llama P. D. Se cuentan 
los años de formación de C. R., que primero visita el Santo Sepulcro, después pone 
rumbo hacia Damasco, después pasa a Egipto, y de allí va a Fez, que en aquellos 
tiempos debió de ser uno de los santuarios de la sabiduría musulmana. allí nuestro 
Christian, que ya sabía griego y latín, aprende los idiomas orientales, física, matemáticas, 
ciencias de la naturaleza, y acumula toda la sabiduría milenaria de los árabes y de los 
africanos, hasta la Cábala y la magia, e incluso traduce al latín un misterioso Liber M, de 
manera que conoce todos los secretos del macro y del microcosmos. Hace dos siglos que 
está de moda todo lo oriental, especialmente si no se entiende lo que dice. 
--Siempre hacen lo mismo. ¿Hambrientos, frustrados, explotados? ¡Pedid la copa del 
misterio! Ten... --Y me liaba un canuto--. Es de la buena. 
--¿Ves como también tú quieres entregarte al olvido? 
--Pero yo sé que es química y nada más. No hay ningún misterio, se coloca incluso quien 
no sabe hebreo. Ven aquí. 
--Espera. Después Rosencreutz pasa a España y también allí reúne un buen botín de 
doctrinas ocultísimas, y dice que cada vez está más cerca del centro de todo saber. Y en 
el curso de esos viajes, que para un intelectual de la época constituían verdaderos trips 
de sabiduría total, comprende que es necesario fundar en Europa una sociedad que guíe 
a los gobernantes por los caminos del saber y del bien. 
--Una idea muy original. Valía la pena estudiar tanto. Quiero mamaia fresca. 
--Está en la nevera. Sé buena, ve tú, yo estoy trabajando. 
--Si trabajas eres como una hormiga, y si eres una hormiga entonces haz lo de la 
hormiga, así que ve a buscar provisiones. 
--La mamaia es voluptuosidad, así que tiene que ir la cigarra. O voy yo, y tú lees. 
--Jesús, no. Odio la cultura del hombre blanco. Voy, voy. 
Amparo iba hacia la cocina, y me gustaba desearla a contraluz. Entretanto C. R. 
regresaba a Alemania y, en lugar de dedicarse a la transmutación de los metales, como 
ahora su inmenso saber le hubiese permitido, decidía dedicarse a una reforma espiritual. 
Fundaba la Confraternidad, inventando una lengua y una escritura mágica, que serviría 
de fundamento para la sabiduría de los futuros hermanos. 
--No, que se me ensucia el libro, pónmela en la boca, no, no te hagas la tonta, así, eso. 
Dios mío, qué buena que está la mamaia, rosencreutzlische Muttijaja... Pero, ¿sabes que 
lo que los primeros rosacruces escribieron en los primeros años hubiera podido iluminar 
el mundo, que estaba sediento de verdad? 
--¿Y qué escribieron? 
--Ahí está el busilis: el manifiesto no lo dice, nos deja con las ganas. 
Es algo tan importante, pero tan importante que debe permanecer secreto. 
--Qué canallas. 
--No, no, ay, para. Comoquiera que sea los rosacruces se multiplican y deciden 
desparramarse por todo el mundo, comprometiéndose a curar gratuitamente a los 
enfermos, a no ponerse trajes que permitan reconocerles, a mimetizarse siempre con las 
costumbres del país, a reunirse una vez al año, y a permanecer ocultos durante cien 
años. 
--Pero perdona, ¿qué reforma querían hacer si acababa de producirse una? ¿Y Lutero 
qué era, una caca? 
--Pero esto era antes de la reforma protestante. Aquí, en una nota se dice que de una 
lectura atenta de la Fama y de la Cofessio se colige... 
--¿Quién colige? 
--Cuando se colige se colige. No importa quién. Es la razón, el sentido común... Jo, mira 
que eres. Estamos hablando de los Rosacruces, una cosa seria... 
--Ya, serísima. 
--Entonces, según se colige, Rosencreutz nace en 1378 y muere en 1484 a la hermosa 
edad de ciento seis años, y no es difícil intuir que la confraternidad secreta haya 
contribuido no poco a la Reforma, que en 1615 festejaba su centenario. Tanto es así que 
en el escudo de Lutero hay una rosa y una cruz. 
--Gran fantasía. 
--¿Querías que Lutero pusiese en su escudo una jirafa en llamas o un reloj derretido? 
Cada uno es hijo de su época. He comprendido de quién soy hijo yo, y tú, calladita, 
déjame seguir. Hacia 1604 los rosacruces, mientras restauran un sector de su palacio o 
castillo secreto, encuentran una lápida en la que está hincado un gran clavo. Extraen el 
clavo, se derrumba una parte de la pared, aparece una puerta, encima de la cual está 
escrito en grandes letras POST CXX ANNOS PATEBO... 
Aunque ya lo hubiese leído en la carta de Belbo, no pude evitar una exclamación: 
--Dios mío... 
--¿Qué sucede? 
--Es como un documento de los templarios que... Esa es una historia que nunca te he 
contado, se trata de cierto coronel... 
--¿Entonces? Los templarios copiaron a los rosacruces. 
--Pero si los templarios son anteriores. 
--Entonces los rosacruces copiaron a los templarios. 
--Amor mío, sin ti me daría un paralís. 
--Amor mío, ese Aglie te ha perdido. estás esperando la revelación. 
--¿Yo? ¡Yo no espero nada! 
--Menos mal, ten cuidado con el opio de los pueblos. 
--El pueblo unido jamás será vencido. 
--Tú ríete. Anda, sigue, quiero ver qué decían esos cretinos. 
--Esos cretinos lo aprendieron todo en Africa, ¿no te has enterado? 
--Esos en Africa estaban embalándonos para luego despacharnos hacia aquí. 
--Da gracias al cielo. Podías haber nacido en Pretoria. --La besaba y seguía--. Al otro lado 
de la puerta se descubre un sepulcro de siete paredes y siete ángulos, prodigiosamente 
iluminado por un sol artificial. En el medio, un altar circular, adornado con varios lemas o 
emblemas, del tipo NEQUAQUAM VACUUM... 
--¿Ne cuá cuá? ¿Firmado, Pato Donald? 
--Es latín, ¿caes? Quiere decir el vacío no existe. 
--Menos mal. Si no, qué horror. 
--¿Serías tan amable de encenderme el ventilador, animula vagula blandula? 
--Pero si estamos en invierno. 
--Eso es para vosotros, los del hemisferio equivocado, amor mío. Estamos en julio, ten 
paciencia, enciende el ventilador, no es por que yo sea el macho, sino porque está de tu 
lado. Gracias. Vamos, bajo el altar encuentran el cuerpo incorrupto del fundador. Tiene en 
la mano el Libro 1, repleto de infinito saber, y es una lástima que el mundo no pueda 
conocerlo, dice el manifiesto, porque si no ¡gulp, guau, brr, sguissh! 
--Ay. 
--Como estaba diciendo, el manifiesto concluye con la promesa de un inmenso tesoro que 
aún no ha sido descubierto, y sorprendentes revelaciones sobre las relaciones entre el 
macrocosmos y el microcosmos. No vayáis a pensar que somos unos vulgares 
alquimistas y que os enseñamos a fabricar oro. Esas son cosas de tunantes, nosotros 
buscamos algo mejor, y miramos más alto, en todos los sentidos. Estamos distribuyendo 
esta Fama en cinco idiomas, para no hablar de la Confessio, próximamente en esta sala. 
Esperamos respuestas y opiniones de doctos e ignorantes. Escribidnos, telefoneadnos, 
decidnos vuestros nombres, veremos si sois dignos de participar de nuestros secretos, 
esto que os hemos dado es apenas una muestra insignificante. Sub umbra alarum tuarum 
lehova. 
--¿Qué dice? 
--Es la fórmula de despedida. Paso y corto. En suma, parece que los rosacruces tienen 
urgencia en comunicar lo que han sabido, y que sólo necesitan dar con el interlocutor 
idóneo. Pero de momento no sueltan prenda sobre lo que saben. 
--Como el tío aquel de la foto, aquel anuncio en la revista que vimos en el avión: si me 
enviáis diez dólares os enseñaré el secreto para convertiros en millonarios. 
--Sólo que él no miente. El ha descubierto el secreto. Como yo. 
--Oye, es mejor que sigas leyendo. Se diría que es la primera vez que me ves. 
--Siempre es como si fuese la primera vez. 
--Peor para ti. No suelo dar confianza a los desconocidos. Pero, ¿es posible que las pilles 
todas tú? Primero los templarios, después los rosacruces, pero, ¿nunca has leído, no sé, 
a Plejanov? 
--No, espero descubrir su sepulcro, dentro de ciento veinte años. Si es que Stalin no lo ha 
sepultado con una caterpillar. 
--Memo. Voy al baño.


*-*

No hay comentarios:

Publicar un comentario