domingo, 10 de septiembre de 2023

Conversaciones alrededor del fuego IV

"Hay algo en el fuego en medio de la oscuridad que une, suaviza y entusiasma a la gente. Es algo íntimo. La noche alrededor de una fogata es universalmente tiempo de entretenimiento en el que se intercambia información social y emociones"


Los fogones del Paleolítico

Publicado por José Luis Santos Fernández el diciembre 18, 2008
Descubren en una cueva de Cantabria restos de animales cocinados hace 18.500 años.
El hallazgo prueba que los cazadores de la época dominaban las técnicas de cocción.
Vía: EFE, Santander | El Mundo.es, 18 de diciembre de 2008

La cocina del Paleolítico no era patrimonio exclusivo del asado, como sugiere la imagen difundida por muchos museos y obras divulgativas, sino que los cazadores de la época ya dominaban diferentes técnicas de cocción. Esto es lo que acaba de revelar un estudio realizado por investigadores las Universidades de Cantabria y Nuevo México.

El hallazgo se ha logrado gracias a la excavaciones realizadas en la cueva del Mirón, en Ramales de la Victoria, un yacimiento de 18.500 años de antigüedad en el que trabaja desde hace años un equipo multidisciplinar dirigido por los profesores Manuel González Morales y Lawrence Straus.

Este descubrimiento sobre las técnicas de cocción en la prehistoria forma de la tesis doctoral del investigador japonés Yuichi Nakazawa y acaba de ser publicado en la edición electrónica de la revista estadounidense Journal of Archaeological Science, según ha informado la Universidad de Cantabria en un comunicado de prensa.

La investigación se basa en el estudio de uno de los hogares de cocina identificados en la cueva, en el que se han encontrado numerosos restos cocinados de animales (sobre todo cabras y ciervos), junto a instrumentos de sílex y cantos rodados de arenisca enrojecidos y rotos por su repetida exposición al fuego.

Un programa experimental desarrollado por el equipo de la Universidad de Nuevo México (EEUU) que trabaja en El Mirón ha permitido verificar que la rotura de esas piedras era el resultado de sucesivos ciclos de calentamiento a altas temperaturas en el hogar, seguido de enfriamientos bruscos por inmersión.

Los científicos que trabajan en esa cueva aseguran que tienen pruebas de que, entre sus moradores en el Magdaleniense, era una práctica generalizada hervir agua para cocer huesos y extraer la grasa, que se podía consumir directamente o bien separarla para que se solidificara y se pudiera utilizar más adelante.

"Así, frente a la imagen tradicional del asado como única forma de preparar los alimentos por parte de los cazadores paleolíticos, que vemos en muchos museos y obras de divulgación, ahora sabemos de manera contrastada que controlaban las técnicas de cocción ya en una fecha muy temprana", explica el catedrático González Morales, director del equipo del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC).

Para este trabajo, se recogieron casi 5.000 restos de talla de piedra, huesos de animales y cantos rodados en una excavación de cinco metros cuadrados de superficie y 20 centímetros de espesor en torno al hogar. Otros dos miembros del equipo de investigación, David Cuenca y Jorge Caro, han tratado todos los datos obtenidos de esos restos para analizar su distribución.

A partir del análisis de esos restos, explica la Universidad de Cantabria, se han podido reconstruir los procesos de utilización de los cantos empleados para hervir agua y su posterior abandono en torno a la hoguera una vez rotos.







Las historias alrededor del fuego influyeron en nuestra evolución cultural y social

Publicado por Guillermo Caso de los Cobos el septiembre 23, 2014
Fuente: SINC| 23 de septiembre de 2014

Un estudio llevado a cabo por Polly Wiessner (izquierda), una antropóloga de la Universidad de Utah (EE UU), con bosquimanos del Kalahari indica que las historias contadas a la luz del fuego ayudaron a construir la identidad social y cultural humana.

El trabajo, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), explica que estos relatos al calor de las llamas sirvieron para hacer evolucionar el pensamiento al reforzar las tradiciones sociales, promover la armonía y la igualdad, y cultivar la imaginación. 

Investigaciones previas habían estudiado cómo ha influido el hecho de cocinar los alimentos en la dieta y la anatomía, “pero se sabía poco acerca del efecto que había tenido la extensión de la jornada, gracias a la luz del fuego, en la cultura y la sociedad”, señala Wiessner.

"Hay algo en el fuego en medio de la oscuridad que une, suaviza y entusiasma a la gente. Es algo íntimo. La noche alrededor de una fogata es universalmente tiempo de entretenimiento en el que se intercambia información social y emociones", dice esta antropóloga que ha estudiado a los bosquimanos desde hace 40 años.

En esta investigación que Wiessner denomina “exploratoria”, la experta analizó multitud de conversaciones tanto de día como a la luz del fuego entre los bosquimanos ǃKung (también llamados Ju/'hoansi), 4.000 de los cuales viven ahora en el desierto de Kalahari, en el nordeste de Namibia y el noroeste de Botswana. El signo de exclamación y apostrofe del nombre representa el sonido ‘clic’ en su idioma.

"Estas personas viven de la caza y la recolección y así es como vivían nuestros ancestros​​ durante el 99% de nuestra evolución. Lo que ocurre durante las horas nocturnas alrededor de la fogata con estos cazadores-recolectores nos puede dar pistas para entender cómo contribuyeron estos momentos a la construcción de la identidad humana”.

Según Polly Wiessner, las historias se cuentan en casi todas las sociedades de cazadores-recolectores y en combinación con los regalos, eran los medios de comunicación social en los orígenes de la humanidad.

Bosquimanos ǃKung del Kalahari han sido objeto de la investigación antropológica. / Polly Wiessner

Desarrollo humano

La evidencia arqueológica indica que los ancestros humanos tuvieron control esporádico de fuego hace un millón de años o más, y regularmente lo utilizaron hace 400.000 años.

"El fuego altera nuestros ritmos circadianos, la luz nos permitió estar despiertos más horas. Las cuestiones que me planteo en el estudio son: qué sucedió en ese espacio iluminado por el fuego y cómo influyó en el desarrollo humano”, dice Wiessner.

En su trabajo, la antropóloga explica que los !Kung mantienen reuniones alrededor del fuego la mayoría de las noches, en grupos de hasta 15 personas. Un campamento tiene hogares para cada familia, pero por la noche la gente a menudo converge en un solo hogar. Ella analizó sólo las conversaciones que involucraban a cinco o más personas.

Las historias que se cuentan a la luz del fuego tratan sobre temas como cacerías pasadas, luchas por la carne, matrimonio, costumbres prematrimoniales, asesinatos, incendios forestales, nacimiento, haberse extraviado, interacciones con otros grupos, averías de vehículos, persecuciones por parte de animales, disputas y asuntos extramaritales. "También se narran mitos tradicionales", añade.

Wiessner encontró que las conversaciones diurnas diferían mucho de las que se realizaban a la luz del fuego. En las del día, el 34% eran quejas, críticas y chismes para regular las relaciones sociales. Un 31% se referían a asuntos económicos, tales como la caza para la cena, el 16% eran chistes; sólo el 6% eran historias y el resto eran otros temas.

Sin embargo, por  la noche, el 81% de las conversaciones eran historias, y sólo el 7% tenían que ver con quejas, críticas o cotilleos; y el 4% era de contenido económico.

Comunidad extendida

"Por la noche, la gente realmente se deja llevar y buscar entretenimiento. Si ha habido conflictos en el día se solucionan, se habla de las personas que no están presentes y se encuentran en las redes más amplias. También sobre pensamientos sobre el mundo espiritual y cómo influye en el mundo humano".

La idea de comunidad extendida fue la que hizo posible que los humanos colonizaran  el planeta, dice la científica. "Los seres humanos forman comunidades que no están juntas en el espacio, pero sí en nuestras cabezas. Para los bosquimanos pueden estar hasta  120 kilómetros de distancia", agrega.

Wiessner indica que las historias a la luz del fuego, las conversaciones, las ceremonias y celebraciones desataron la imaginación humana y las capacidades cognitivas para formar estas comunidades imaginadas. También reforzaron la capacidad humana de ‘leer’ lo que otros están pensando, no sólo sus pensamientos o intenciones, sino también sus puntos de vista sobre otras personas.

"Con la electricidad, estas historias alrededor del fuego ya no existen. Los padres cada vez dedican menos tiempo a contarles historias a sus hijos, están ocupados con sus tabletas y sus smartphones", dice esta antropóloga.  



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