sábado, 9 de septiembre de 2023

Historia de la Casa Cuna Argentina - Origen y Objetivos (3)

 Historia de la Casa Cuna Argentina - Origen y Objetivos

Por Dr. Pablo A. Croce (https://es.scribd.com/document/140288601/Historia-de-La-Casa-Cuna-Soll#)


DE LA ESTATIZACIÓN A LA AUTOGESTIÓN


En 1946, tras el sonoro conflicto entre Eva Perón y la Sociedad de Beneficencia, ésta es disuelta y el Hospital, bajo la dirección de Eugenio Zucal, junto a todos los Institutos de la Sociedad, pasa a depender del Estado Nacional, incorporado primero a la Dirección Nacional de Asistencia Social y luego al Ministerio de Trabajo y Previsión. La forma traumática que se le dio al hecho, en realidad, capítulo final de un largo proceso ideológico de transferencia de la asistencia como actividad de Beneficencia Semiprivada, a la atención como actividad médica dentro de la responsabilidad del Estado y derecho del ciudadano, crearon profundas divisiones en el personal de la Casa que duraron varios años.


El General Perón, quien como Evita también era hijo de madre soltera, en 1947 impulsó la ley por la que los nacidos fuera del matrimonio dejaran de anotarse en el Registro Civil como hijos adulterinos o sacrílegos, según fuese la condición de sus padres. La inscripción como hijos naturales, continuó hasta que una ley propuesta por el Dr. De la Rúa suprimió la calificación de los recién nacidos por el estado civil de sus padres, evitando la discriminación que ya preocupaba a Carlos IV en 1794.


Al comienzo de la Administración Estatal en el año 1947 hubo 616 niños recogidos en Casa Cuna. En 53 casos fueron considerados  abandonos “definitivos”, entregados en su mayoría en forma anónima y los demás en condición temporaria: 178 por enfermedad de alguno de los padres, 147 por carencia de recursos para criarlos, 48 por muerte de algunos de los padres, 58 por que padre o madre abandonaron el hogar, desintegrando la familia, 40 por agalactia o nuevo embarazo de la madre, 8 por encarcelamiento de padre o madre, 12 por “índole privada” y el resto por resolución judicial.


En 1952, luego de la muerte de Evita, el Hospital pasa a llamarse Casa Cuna Eva Perón; en 1955, derrocado Perón, recupera el nombre de Casa Cuna, y pasa a depender del Ministerio de Asistencia Social y Salud Pública. La Asociación Médica renueva entonces su estatuto, busca incorporarse a Femeca, instituye el premio Casa Cuna al mejor trabajo científico producido en el Hospital y crea la Ayuda Mutua y el Seguro de Vida Colectivo, para profesionales de la Casa, que sucesivas inflaciones fueron haciéndolos inviables.


En el verano y otoño de 1956, la terrible epidemia de poliomielitis moviliza al personal del Hospital, que improvisa salas de internación, aumenta voluntariamente sus horas de trabajo y organiza sistemas de guardias ad honorem, arriesgándose al contagio de semejante patología. La cesión entonces por un año, del pabellón Díaz Vélez  para Hogar Respiratorio, se va transformando por maniobras cuestionables, en una ocupación inaceptable.


El Profesor Raúl P. Beranger, a quien Elizalde llamaba:"mi hijo espiritual", en Pediatría Clínica y el  Maestro Marcos L. Llambías, sucesor de Marcelo Gamboa,  en Cirugía Infantil, importantes referentes nacionales en sus especialidades, prestigian al Hospital, con sus largas trayectorias en ese tiempo. El Dr. Riggio, con más de 50 años de labor asistencial ininterrumpida como concurrente, médico rentado y voluntario, luego de su jubilación, muestra un compromiso vocacional y afectivo con la Casa, difícil de igualar. El Dr. Néstor Pagniez, desde el laboratorio central del Elizalde idea la reacción para la sífilis que lleva su nombre y los micrométodos que permiten extraer sangre para analizar en forma mucho menos traumática para los niños; ambos procedimientos de amplia difusión en el país y en el exterior. El Dr. Felipe de Elizalde, hijo de Pedro, fue en esos años Jefe de Sala y Profesor de Pediatría en la Casa, llegando luego a ser Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. Beranger, sucesor de Elizalde en los cursos de verano desde 1946, Director Interino de la Casa en 1956, durante la gran epidemia de poliomielitis de Buenos Aires, exigió y obtuvo del Gobierno Nacional los pulmotores imprescindibles para tratar a estos pacientes. Presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría, como antes Madera, Argerich, Centeno, Davel, Juan F. Vacarezza , José M Jorge y Pedro de Elizalde, fue uno de los 7 médicos de la Casa Académicos de la Medicina .


En 1961, hay por primera vez un concurso reglado para Director y el cargo recae en un sanitarista el Dr. Roberto Cerutti, quien conduce la actualización del Hospital a la realidad médico-sanitaria de la década: 1) los antibióticos y las vacunas disminuyen el número de ingresos por infecto-contagiosas, sus complicaciones y la duración de sus internaciones; 2) la cirugía, la anestesia y el manejo del postoperatorio inmediato se vuelven más seguros, aumentando las indicaciones quirúrgicas en la infancia; 3) el mejor conocimiento de la clínica, el intenso desarrollo de la tecnología de estudios complementarios y el notable aumento de las alternativas farmacológicas, provoca un explosivo incremento del número e importancia de las subespecialidades pediátricas; 4) prevalece la conciencia que el cuidado progresivo del paciente y la centralización de la aparatología médica¸  es la forma más racional de usar los recursos disponibles; 5) la excelencia en la preparación de los profesionales y la capacitación permanente en servicio es condición esencial para mantener el nivel de formación y actualización exigibles en un Hospital especializado; 6) el más correcto registro asistencial sanitario, legal, administrativo, se obtiene centralizando la documentación médica.


Como consecuencia de esa modernización y a través de cambios a lo largo de 12 años se redistribuye el uso de la superficie cubierta, incrementando las de internación en Cirugía y Clínica Pediátricas; se agiliza el giro cama en infecciosas, que desarrolla un sector para meningoencefalitis, en condición equivalente a terapia intermedia y uno para hepatitis con aislamiento hídrico. Se organiza Neonatología con un sector de terapia intensiva neonatal y otro de terapia intermedia. Se crea Terapia Intensiva Pediátrica. Se agrega un sector de Neumonología a Tisiología. Se utiliza el desafectado espacio de recepción de leche de mujer para nuevos consultorios y el del ex Refugio Materno Infantil para centralizar toda la actividad del diagnóstico por imágenes. Se redimensiona el espacio destinado a las Hermanas de Caridad (Clausura). Se unifica la jefatura de todos los registros médicos y elaboración de datos de la actividad hospitalaria y se crea el archivo central de historias clínicas.


En 1961 se impone  al Hospital el nombre de “Dr. Pedro de Elizalde”. En 1962, durante los conflictos entre Azules y Colorados, en dos oportunidades se amenaza bombardear Plaza Constitución, debiéndose proteger a los internados. En 1963, el Hospital pasa al ámbito municipal. La Asociación de Profesionales del Hospital se convierte en filial de la Asociación de Médicos Municipales, alcanzando fuerte presencia en sus órganos directivos. La Asociación de Profesionales continúa como representante de los universitarios no médicos y organizadora de los eventos científicos y sociales del Hospital. Varios profesionales de la Casa se incorporan a la carrera de investigador del Conicet. Cátedras de Pregrado de dos universidades tienen sede en el Hospital. Cuatro carreras de Postgrado de Especialistas Universitarios de la UBA, se dictan también en Casa Cuna. En 1994, la Universidad distinguió a Casa Cuna como Hospital Asociado. Se realizan periódicas Jornadas Científicas con participación de distinguidos colegas extranjeros.


Estudiantes de las principales Escuelas de Enfermería de la Ciudad y universitarios de Nutrición y Servicio Social, realizan prácticas en el Hospital. Además de los múltiples cursos de actualización para graduados de las diferentes especialidades pediátricas, suelen dictarse también Jornadas y Cursillos para maestros de niños severamente enfermos y para la comunidad en general.


En 1963, por iniciativa de la madre Marta de Bary se crea el Servicio de Voluntarias, para colaborar en el cuidado de los niños y apoyar la tarea del personal, sin realizar actividades técnicas ni asistenciales. En 1964, es el primer Hospital Público de la Ciudad que tiene toda su guardia clínica y quirúrgica, integrada por profesionales; hasta entonces las guardias hospitalarias tenían un solo profesional, el médico interno, siendo los demás integrantes, el mayor, el menor y los externos, simples estudiantes de Medicina de Pregrado, los practicantes. En 1967, se incorpora al Plan de Residencias Hospitalarias. Durante la década de 1970, funcionó en el Hospital la Fundación Laboratorio de Investigaciones Pediátricas, FLIP, en la que investigadores del CONICET, desarrollaron sus actividades. Desde 1975 se aceptan becarios extranjeros que perfeccionándose en la Casa, llevan a sus países el espíritu del Elizalde. Hasta la década de 1930, en los hospitales públicos era habitual que sólo los Jefes de Servicio, fuesen rentados. Los demás profesionales, trabajaban ad honoren, a cambio de formarse en el servicio. Progresivamente fueron nombrándose Médicos Rentados de Planta, y era habitual que trabajaran muchos años honorarios, antes de tener la oportunidad de una renta.


Cuando en 1973, en pleno gobierno constitucional, la inercia conspirativa busca tomar hospitales públicos de la Capital, como parte de su estrategia de acción violenta, el personal del Elizalde no dudó en permanecer en vigilancia voluntaria permanente dentro del Hospital para defenderlo. En 1974, 3 médicos de la Casa Cuna, fueron secretarios del Comité Organizador del XIV Congreso Internacional de Pediatría, único celebrado en el país, Entre 1975 y 1980, algunos de los niños abandonados en la vía pública, ingresados a Casa Cuna, eran en realidad hijos de desaparecidas, algunos de los cuales, recuperaron su verdadera identidad.


Entre 1955 y 1980, el principal problema pediátrico sanitario, era la deshidratación, asociada fundamentalmente con las gastroenteritis estivales y la desnutrición, al extremo que las guardias médicas eran reforzadas durante el verano. Entonces la mortalidad por esas patologías estaba cerca del 10%. La mejor calidad de la leche y otros alimentos, la difusión de heladeras eléctricas, la educación nutricional de las madres y el TRO (Tratamiento de Rehidratación Oral) disminuyó notablemente la frecuencia y gravedad de estas enfermedades. Por esos años se consiguió erradicar la rabia y la parálisis infantil de Buenos Aires y se redujo notablemente la fiebre reumática; paralelamente el síndrome urémico hemolítico, la intoxicación salicílica y la enfermedad de Reye se convirtieron en importantes preocupaciones para nuestros pediatras.


Al completarse los 50 años del ingreso al Hospital de la primera médica, las mujeres ya eran mayoría en el plantel profesional, enriqueciendo el espíritu de la Casa.


Profesionales de la Casa Cuna, realizaron más de cien viajes con unos 1.500 días de estadía en total, en el Tren Pediátrico ALMA, dotado de consultorios, salas de Rayos X, laboratorio, sillón de odontología, gabinete de nutrición y hasta un pequeño quirófano, por inquietud del Dr. Urtazun, llevando los adelantos de la Pediatría hasta los confines de la vieja red ferroviaria nacional a pueblos que carecían de servicio médico permanente.


En la década de 1980, y ante el desinterés que hacia el Hospital muestran las autoridades sanitarias, un fuerte movimiento renovador se fue gestando en su cuerpo profesional, buscando redefinir el Hospital en el Sistema de Salud de la Ciudad y del País. El progresivo incremento de la demanda, tanto ambulatoria como en internación, la mirada cada vez más abarcativa hacia los múltiples factores de sufrimiento, minusvalía y enfermedad de la infancia, la incorporación de nuevas estrategias y recursos asistenciales aportados por iniciativa personal de miembros del Hospital, la fuerte conciencia de trabajar en red con los demás prestadores de asistencia pediátrica del área metropolitana, motorizaron el movimiento que fructificó en el Proyecto Casa Cuna/88.


En 1974 comenzó a construirse el pabellón Tacuarí, paralizado al año siguiente por efecto del Rodrigazo; 21 años después,  en 1995, luego de la crisis edilicia, se entregó la 1/3 parte del pabellón  y apenas para pasar parte de las instalaciones del desafectado pabellón C. Pellegrini.


Si bien la facturación de la asistencia brindada a personas con cobertura de Obras Sociales, fue evolucionando como en todo Hospital especializado que efectúa prácticas no habitualmente implementadas en el ámbito privado, la autogestión de los años 90 es vivida fundamentalmente como una oportunidad para desarrollar actividades y adaptar estructuras que satisfagan mejor las demandas y necesidades de la población asistida. La tercerización de las actividades de alimentación, mantenimiento y vigilancia, fueron asumidas por empresas sin suficiente capacitación en la problemática del niño enfermo y su familia. En la década de 1990, con el aumento de la contaminación del aire y del hacinamiento, los principales problemas sanitarios en la infancia son las virosis respiratorias  de las épocas frías del año y las bacterias multiresistentes, al extremo que se deben reforzar las guardias médicas y la provisión de oxígeno medicinal durante los inviernos.


Cuando en 1987 se detectó el primer caso de SIDA infantil en la Argentina, fue Casa Cuna el Hospital que aceptó internarlo, pese al fuerte rechazo que la sola mención de esa patología provocaba entonces. En 1998, durante la última epidemia de sarampión, Casa Cuna volvió a tener un papel central en la emergencia, señalando que deben repensarse las estrategias en Salud ante las modificaciones epidemiológicas originadas en el intenso intercambio de personas y bienes producidas por el Mercosur y el Incosur. Al empezar el Siglo XXI, la gravedad de la crisis socioeconómica, la dificultad para mantener los tratamientos específicos y la disminución de la inmunidad producida por el Sida y las neoplasias, facilitan la aparición de las formas graves de tuberculosis multiresistentes y el resurgimiento de las micosis profundas. La violencia intrafamiliar y el uso indebido de sustancias sicoactivas están firmemente establecidas como problemáticas pediátricas.


 Impacta constatar que aún en 1970, los formularios de internación estaban encabezados con el ítem agua del socorro,  (sí) (no); y en 1990 con: Obra Social ¿cuál?. Aún hoy en día, algunos niños abandonados en Casa Cuna, por padecer de graves malformaciones o enfermedades, al estar de alta médica de internación, son acogidos por el personal del Hospital, que generosamente les brinda los cuidados necesarios en sus propios hogares, incorporándolos a sus familias, donde desarrollan el máximo de salud que su condición permite.


Nueve médicos que trabajaron en Casa Cuna fueron presidentes de la Sociedad Argentina de Pediatría: Centeno de 1911 al`13; Pedro de Elizalde, de 1915 al '17 y de 1941 al '43; Felipe de Elizalde de 1955 al '57; Raúl P Beranger de 1959 al '61; José M Albores de1969 al '71 y de 1971 al '73; Jorge Nocetti Fassolino de 1975 al '77 y de 1977 al '79; Teodoro Puga, de 1981 al '84; Jorge Sires de 1987 al '90; María L Ageitos, de 1990 al '93, primer y hasta ahora única mujer presidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría.


Todavía llegan a Casa Cuna personas que buscan sus orígenes biológicos y procuran recuperar sus referencias familiares, pues ellos o algunos de sus antepasados fueron expósitos de la Casa; afortunadamente en no pocas ocasiones se los puede ayudar. Algunas veces hasta de Europa  han consultado a la Casa, por parientes que, llegando a Argentina con dificultades dejaron en Casa Cuna a un menor que no podían criar, y con el que ahora desean contactar. La presencia de esta demanda es un contundente recordatorio de la importancia que tiene respetar la verdadera identidad de las personas.


EL PRESENTE, EL FUTURO, LO PERMANENTE


Cuando la ausencia de mantenimiento provocó la crisis edilicia de 1994, la actitud de todo el personal de la Casa, la repercusión que tuvo en la comunidad asistida por el Hospital, el acompañamiento que brindó la Asociación de Médicos Municipales, el interés que despertó  en los medios de difusión, la receptividad de algunos funcionarios sanitarios, hicieron que por fin las autoridades de la Ciudad y del País, comprendieran la importancia y coherencia del proyecto asistencial elaborado en el Hospital y aceptaran diseñar un proyecto arquitectónico capaz de alojarlo. Se cumplían  así los considerandos del Decreto de Vicente López y Adolfo Alsina en la reapertura en 1852: ... hay Instituciones tan feliz y sabiamente concebidas que se perpetúan en las afecciones y recuerdos de los pueblos favorecidos por ellas.


Respetuoso de la tradición, el proyecto arquitectónico protege hasta el frondoso y varias veces centenario gomero, único ser todavía vivo, de los que contemplaran la instalación de la casa en su actual predio, cuya generosa sombra cubrió los últimos 130 años de la Casa y que desde sus altas ramas, emite todavía nuevas raíces, como si quisiera asegurarse que para siempre acompañará a las familias que concurren al Hospital y al personal que las cuida. También continuarán los pacientes leones de mármol del jardín, pulidos por el roce de las numerosas generaciones de niños que diariamente se suben a sus lomos entre cariñosos y dominantes.


Preparándose para el momento en que se concrete el nuevo edificio, Casa Cuna ofrece un área de medicina ambulatoria que abarca 31 subespecialidades pediátricas, 10 de ellas en horario ampliado y cuatro en guardia permanente, con un total de 550.000 consultas anuales; consultorios de orientación; de recepción de pacientes derivados de la Red Pediátrica Sur, asegurando su contrarreferencia,  y de segunda opinión; pese a no tener área programática por ser hospital especializado, los distritos escolares cercanos insisten en solicitar que el Hospital Elizalde, se haga cargo de la salud escolar de sus establecimientos.


En el área de internación va creciendo la conducta de ubicar a los niños por niveles de cuidados requeridos, no por patología. Con excepción de: recién nacidos; enfermedades infectocontagiosas; inmunocomprometidos no infectados (medicados con citostáticos y/o corticoides, inmunopatías genéticas, agranulocitosis tóxicas); inmunodeficientes infectados (en general por SIDA). Por el momento hay 292 camas de dotación que producen unos 10.000 egresos anuales. Entre los procedimientos terapéuticos que realiza, figuran: cirugía plástica y craneofacial, cirugía endoscópica otorrinolaringológica, microcirugía de oído e implante coclear, corrección de defectos complejos con equipos interdisciplinarios (urología, neurocirugía, ortopedia, grupo de trabajo de columna),  cirugía artroscópica, cirugía laparoscópica abdominal, cirugía cardíaca por vía endovascular, cardiocirugía con circulación detenida e hipotermia profunda, internaciones breves, hospitales de día: quirúrgico, de nutrición, hematooncológico, inmunológico, endocrinológico, reumatológico,etc.


Incontables familias del área metropolitana confían en que sea cual fuese la emergencia que pueda sufrir un niño, y en el momento en que se produzca, la Guardia de la Casa Cuna podrá asistirlo de inmediato.


La mortalidad  actual de los internados es  del 1% o menos, pese a la gravedad de las patologías tratadas.


Entre los estudios especializados se destacan: pruebas dinámicas con trazadores radioactivos, videoendoscopías digestivas, hemodinamia, registro polisomnográfico de sueño, cuantificación de capacidad inmunológica (humoral y celular), cultivos celulares, carga viral para SIDA, determinaciones de drogas y tóxicos, dosaje de esteroides y hormonas proteicas con sus respectivas pruebas dinámicas, estudios metabólicos complejos, farmacovigilancia, procedimientos de análisis clínicos automatizados, estudios virológicos en gabinete de seguridad biológica. Entre los servicios complementarios Hidroterapia, Musicoterapia, Zooterapia, Medicina del Deporte, Medicina Paliativa y Tratamiento del dolor crónico. Es el centro de referencia de la Red Pediátrica de la zona sur de la Capital. Se está montando un laboratorio de biología molecular y tiene la aprobación del INCUCAI para efectuar trasplantes cardíaco y cardiopulmonar.


Como actividades de extensión, la Casa tiene entre otras, sala y parque de juegos, huerta “La Recorrida”, de laborterapia, escuela domiciliaria preescolar y primaria (y en gestión la secundaria ) bibliotecas infantiles en 8 salas de internación, los caniles “Recrear” para zooterapia, dos coros, grupos de autoayuda de padres de pacientes con enfermedades crónicas o definitivas, un portal en Internet para comunicación con profesionales y comunidad en general, y forma parte de la red de ateneos por telemedicina. Además de la Revista del Hospital se editan Comunicándonos, que informa sobre las novedades de la gestión hospitalaria, Ca Cu, de los residentes y ahora Nueva-Mente, dedicada al desarrollo de  Investigaciones. Los tres Juzgados de Ejecución Penal de la Capital y los Tribunales Contravencionales de la ciudad, envían a los demandados a que cumplan actividades comunitarias previstas en la Probation en  el Hospital Elizalde.


Numerosas  empresas, entidades de bien público, organizaciones no gubernamentales y simples particulares, colaboran con sus donaciones en materiales,  dinero y  trabajo para mejorar la estructura y el equipamiento del Hospital, o dan su tiempo para entretener a los pequeños internados, y acompañar a sus angustiadas madres.


En estos 224 años transcurridos en 4 siglos diferentes, no menos de 10 generaciones completas  de agentes de la salud trabajaron en la Casa Cuna.


Cada una a su manera, por encima de los variables conceptos de Beneficencia, Responsabilidad Estatal, Financiamiento Hospitalario, Obligación de Obras Sociales, Salud Pública y Sanidad, Estructura Familiar,  Legislación de Menores, Autogestión, Centralización y Descentralización intra e interhospitalarias, Administración, Gerenciamiento, técnicas y modas asistenciales, han cumplido y transmitido consignas básicas que permanecen en el tiempo:


1) no hay actividad más válida y gratificante que aliviar el sufrimiento de todos los niños, sin discriminaciones ni exclusiones;


2) al niño que sufre se le debe tratar su cuerpo, su mente, su integridad familiar y social, hasta que alcance, en cada aspecto, el máximo crecimiento y desarrollo que su composición genética y su medio ambiente permiten;


3) al niño sano hay que asegurarle las condiciones necesarias para que logre el total de sus posibilidades de bienestar y llegue a disfrutar, ya adulto, de asumir sus responsabilidades como miembro útil de la sociedad; 4) la personalidad y la identidad del niño deben ser celosamente preservadas;


5) por encima de las alternativas tecnológicas, el principal recurso disponible para ayudar a la niñez es la actividad interdisciplinaria del personal capacitado, responsable, sensible y comprometido con el bienestar integral de la infancia;


6) la tarea del equipo de salud debe respetar y fortalecer  la vida familiar y las actividades educativas, espirituales y recreativas del niño;


7) ningún conflicto en el equipo de salud, de la naturaleza e importancia que sea,  puede interferir en las tareas de atención a los pacientes.


Fiel a su origen, a la cultura sanitaria sedimentada en su historia, a su presencia en el imaginario colectivo, a los requerimientos de la sociedad que solicita sus servicios, Casa Cuna sigue perfeccionándose en los problemas que resultan epidemiológicamente significativos en la salud infantil, especialmente en aquellos cuya prevención y solución precisan prácticas de alta complejidad humana: violencia intrafamiliar, dificultades escolares, desadaptación social, problemática del migrante, tentativa suicida, consumo indebido de drogas, patologías génito-sexuales infanto-juveniles, embarazo y maternidad adolescente, paternidad responsable, anorexia-bulimia, oncología, hemopatías malignas, SIDA, tuberculosis multiresistentes, etc., empeñado en asegurar de la manera más amplia posible, los derechos del niño, en especial, del que sufre enfermedades y discapacidad, manteniendo la mística que hizo decir a su capellán en la misa por los primeros 220 años: “Casa Cuna es un misterio de amor”.


La población que comparte estos conceptos y acompañó a la Casa a lo largo de toda su historia, observa junto a ella cómo las autoridades largamente demoradas comienzan a concretar el proyecto edilicio, que dará al Hospital el espacio físico, equipamiento, insumos, sistema de organización y personal suficiente, para la realización del proyecto asistencial formulado y facilite el encuentro niño-familia-pediatra, que es su fundamento. Queda para su actual generación de agentes de salud la honrosa y pesada tarea de llenar con el espíritu permanente de la Casa el amplio abanico de innovadoras posibilidades de actuar a favor de la salud integral de la Infancia, que estos cambios ofrecen.


Agradecimientos:


A los recuerdos y sugerencias aportados por el personal que pasó su vida de trabajo en la Casa especialmente a la Licenciada Alicia Seygas, que no sólo contribuyó con la bibliografía que posee, sino también con su meritoria labor de cuidar la memoria escrita de la Casa en sus registros originales, que en algunos casos se remontan a 1826, a la Dra. Vacirca,  que conserva documentación de la labor de don Pedro de Elizalde y del Hospital de su tiempo, a la Sra. Mary Miguens, que aportó el material histórico guardado en la Dirección del Hospital, a la licenciada Emilse Elustondo de Echeverría, por sus documentados aportes y su entusiasmo y a la Sra. Judith Weiss, por sus sugerencias y la bibliografía que brindó a través de la Asociación de Médicos Municipales.




Bibliografía:


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Autor: Roberto Litvachkes de su Libro Historia del Hospital Argerich


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