Mitología - Hermes, el mensajero de los dioses

Publicado el 4 octubre, 2019
por Gema Calderón

Hermes, el mensajero de los dioses

Hermes (Mercurio romano), hijo de Zeus y de la ninfa Maya, era uno de los mensajeros de los dioses junto con Iris, la diosa del arcoiris que conecta el cielo con la tierra.

Aunque en general estos dos mundos estaban separados por su jerarquía y sus costumbres, lo cierto es que Hermes y Atenea eran los dioses que más gusto tenían por los actos de los seres humanos, incluso cuando estos desobedecían. Por esta razón, era venerado por comerciantes, ladrones y viajeros como el dios que les acompañaba en sus hazañas (se decía que toda ayuda u objeto valioso que el transeúnte encontraba en el camino era gracias a la generosidad de Hermes). Además, se consideraba a Hermes el gran encargado de transmitir los mensajes entre dioses y hombres y de guiar a las almas perdidas hacia el más allá (este acto se conocía como Psicopompos, guía de almas).

Hermes es representado con un casco y una sandalias aladas, pero a veces también es visible con un caduceo, regalo de Apolo, símbolo del comercio y la economía (se decía que era un gran negociador).

Hermes y el ganado de Apolo

Hermes era ya de pequeño uno de los dioses más inteligentes e independientes de toda Grecia. Se dice que, en una ocasión, vio como su hermanastro Apolo cuidaba de una manada de vacas y tuvo el impulso de robarlas para gastarle una broma. En un acto de astucia, confeccionó calzado para los animales a partir de madera para que la dirección de sus pezuñas indicase la contraria a la que realmente llevaban.

Desesperado en la búsqueda, Apolo pidió ayuda a los sátiros, servidores del dios Pan, a los que ofreció una generosa recompensa a cambio de encontrar su ganado. En su jornada de investigación, un par de sátiros escucharon un extraño sonido que provenía de una cueva; era la primera vez que sonaba música. Una ninfa, que también se había parado a escuchar, les dijo que un bebé llamado Hermes había inventado el primer instrumento musical de la historia a partir de tripas de vaca y un caparazón de tortuga y que lo usaba para dormir a su madre, Maya. 

Los sátiros se alarmaron al saber sobre las tripas de vaca y corrieron a advertir a Apolo, que acudió a castigar al ladrón.

Mi hijo Hermes es solo un bebé. Nació hace apenas tres días, ¿cómo es posible que haya recorrido a pie toda esa distancia y haya traído hasta aquí toda una manada de vacas?– repuso Maya.

Aún así, Apolo no tenía dudas sobre el hecho de que las vacas allí presentes eran las suyas. Cogió a Hermes en brazos y lo llevó hasta el monte Olimpo en presencia de Zeus para que se hiciera justicia. Entonces y ante la vista incrédula de todos los dioses, Hermes confesó:

Sí, fui yo quien robó la manada de vacas a mi hermano Apolo. Dos de ellas fueron sacrificadas en nombre de los doce dioses del Olimpo, pero accedo a devolver el resto.

Tanto Apolo como el resto de dioses quedaron sorprendidos ante tales palabras. ¿Doce dioses del Olimpo? Lo cierto era que sí. Hermes, hijo de Zeus y hermanastro de Apolo, era entonces el duodécimo dios del Panteón.
 
Hermes, mensajero y músico

Tras la sorpresa de contar con un nuevo dios en el Panteón, Apolo recordó la mención de los sátiros sobre un instrumento construido por Hermes y pidió verlo. Se trataba de la primera lira de la historia y Hermes aprovechó para tocar en su honor con gran destreza mientras recitaba un poema.

De esta forma, se ganó la admiración y el perdón del dios del sol, pero Apolo se llevó a cambio la lira para sí. El mensajero de los dioses aprovechó para crear otro instrumento; esta vez, una flauta de juncos.

Apolo pasaría a la historia como el verdadero dios de la música y las artes, pero lo cierto es que su destreza no sería nunca comparable a la de Hermes. Desde entonces también ambos dioses pasaron a ser representados con sus respectivos instrumentos: Apolo con la lira y Hermes, la flauta de juncos.

GCL

Madrid, España





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